Tras unos años de relativa tranquilidad la carrera espacial ha vuelto a despegar con fuerza en buena medida gracias a la fuerte entrada del sector privado en el mundo aeroespacial. Así es como se ha podido realizar la histórica misión conjunta entre la NASA y la empresa de Elon Musk enviando varios astronautas a la Estación Espacial Internacional mientras se ultima el proyecto Starship con el que el próximo año quieren volver a la Luna y en un futuro a Marte.
Todas estas noticias han provocado una avalancha de recuerdos a Thomas Jones, veterano astronauta de la NASA que ha participado en cuatro misiones y realizó tres paseos espaciales durante la construcción de la Estación Espacial Internacional.
Un total de 53 días estuvo viviendo Jones en el espacio, lo que le ayudó a acrecentar aún más la fe católica que ya profesaba cuando voló al espacio por última vez en 2001. Entonces fue conocido por su experiencia de haber podido comulgar en el espacio gracias a que otro de sus compañeros en la misión espacial era también católico y ministro extraordinario de la Eucaristía.
A sus 65 años, Tom Jones, como es conocido, es feligrés de la parroquia de San John Newmann en Reston (Virginia) donde ejerce el ministerio de lector. Atrás han quedado los numerosos premios y galardones que recibió como astronauta, entre los que se encontraba la Medalla por Servicio Distinguido de la NASA.
“Me ha emocionado ver el lanzamiento con éxito de la nave espacial Resilience Crew Dragon a la Estación Espacial Internacional. Cuatro amigos, incluidos con los que trabajé en el transbordador están ahora a bordo de la estación para una misión de investigación de seis meses. Así que están viviendo mi sueño”, cuenta Jones al Arlington Catholic Herald.
Entre los grandes recuerdos que guarda está la impresionante experiencia que vivió en su primera misión en 1994, donde tres de los seis astronautas a bordo eran católicos: él mismo, Sidney Gutiérrez y Kevin Chilton, que era ministro extraordinario por lo que pudo llevar una hostias consagradas en un portaviático de oro.
En su libro, Tom Jones recuerda aquel momento en el que un domingo, dos semanas después de Pascua, los tres se reunieron en la cabina de vuelo para comulgar. En ese momento “los tres agradecimos a Dios por las vistas de Su universo, por la buena compañía y por el éxito que habíamos tenido hasta ahora”.
“Kevin compartió el Cuerpo de Cristo con Sid y conmigo, y flotamos en la cabina de vuelo reflexionando en silencio en ese momento de paz y de verdadera comunión con Cristo”, indicaba.
Este veterano astronauta comentaba en la entrevista que iniciaron la comunión orbitando en el lado oscuro de la Tierra pero justo cuando terminaron de comulgar “entró un rayo de luz por las ventanillas de la cabina”.
“Con esta hermosa luz entrando en la nave y el hermoso océano azul abajo, estuve a punto de llorar”, recordó, y agregó que la experiencia le recordó las palabras del Evangelio de Mateo 18: 20: “dondequiera que dos o tres están reunidos en mi nombre, ahí estoy yo”, dijo.
Observando juntos la maravilla de la Tierra en ese momento, Kevin le dijo: “’Es del mismo color azul que el velo de la Virgen, Tom’. Él tenía razón. Había encontrado la forma perfecta para expresar lo que estábamos viendo a través de la ventanilla”.
La vista de la Tierra desde los cielos es algo que pocos humanos han tenido el privilegio de experimentar, y es una vista que Jones sabe que nunca olvidará. “Cada vez que tienes algo de tiempo a solas y miras por la ventana, hay un tremendo sentimiento de gratitud por mirar hacia abajo con esta perspectiva única de tu mundo. Te sientes muy especial y muy humilde al mismo tiempo. Es muy conmovedor e inspirador”.
Mike Hopkins, uno de los cuatro astronautas que en estos momentos se encuentran en el espacio, también sabe lo que es comulgar en el espacio. En su anterior viaje en 2016 afirmaba que “cuando ves la Tierra desde ese punto de vista y la belleza natural que existe es difícil no sentarse ahí y darse cuente de que tiene que haber una fuerza superior que ha hecho esto”.
Hopkins es un converso al catolicismo pues fue criado como metodista ingresando en la Iglesia Católica poco antes de su primera misión en 2013. Entonces obtuvo el permiso del arzobispo de Houston para llevar las hostias consagradas suficientes para poder comulgar cada domingo durante las 24 semanas que estuvo en el espacio. “Fue extremadamente importante para mí”, afirmaba sobre el hecho de recibir a Cristo durante la misión.
Por su parte, Tom Jones confiesa que en el espacio siempre le resulto sencillo poder rezar: afirmaba que guardaba las lecturas de los domingos y otros pasajes de las Escrituras en su cuaderno de misiones, y que el Rosario siempre fue parte de su equipo personal.
Por último, Jones recordaba que “era consciente de que cada día en el espacio era un regalo especial, sabía que se me había concedido un privilegio único”. “Cada noche antes de dormir agradecí a Dios por esas maravillosas vistas de la Tierra y por el éxito de nuestra misión. Continuamente pedía por la seguridad de nuestra tripulación y para que tuviésemos un feliz encuentro con nuestras familias”.