A Fernando III de Castilla y de León (1201-1252), apodado El Santo, se le tiene por el liberador de muchos españoles sometidos a esclavitud, de Úbeda, Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla entre otros enclaves, pero se conoce poco su faceta religiosa y su indiscutible apoyo al desarrollo universitario y cultural de nuestro país.
Hijo del rey Alfonso IX y primo hermano del rey San Luis de Francia, pasó 24 años en guerra incesante por defender la patria y la religión.
Propagó por todas partes la devoción a la Santísima Virgen y siempre le acompañaba una imagen de Nuestra Señora. Fue padre de familia numerosa, llegando a tener 15 hijos. Diez fueron con su primera esposa, una de cuyas hijas, Berenguela, ingresó en Las Huelgas Reales de Burgos, donde fue designada como “señora de la casa”. Tuvo otros cinco con la segunda.
"Campeón invicto de Jesucristo"
Siempre se declaró por escrito "Caballero de Jesucristo, Siervo de la Virgen Santísima, y Alférez del Apóstol Santiago’. El Papa Gregorio IX lo llamó: "Atleta de Cristo", e Inocencio IV le dio el título de "Campeón invicto de Jesucristo". Además, protegió mucho a las comunidades religiosas y se preocupó de promover la educación en la fe de los militares.
Cuenta Gonzalo Martínez Díez, SI que la profunda religiosidad de don Fernando a lo largo de toda su vida, no fue nunca desmentida por nadie. El proceso de beatificación se inició en 1628 y duró veintisiete años, aprobándose el 29 de mayo de 1655 el culto como beato, limitado a Sevilla y a la capilla de los Reyes, extendiéndose dicho culto a todos los dominios de los reyes de España el 7 de febrero de 1671 por el papa Clemente X, quien finalmente lo canonizaría el 6 de septiembre de 1672.
Creo que por su actividad más allá del ámbito político y militar, podría llamársele un promotor multidisciplinar de la conciliación ciencia y fe.
En el ámbito filológico instauró el castellano como idioma oficial de la nación. En el artístico impulsó la edificación de las catedrales de Burgos y León, donde arte y fe católica se dieron cita. En el literario, siendo como era amante de la poesía, se conserva de él una cantiga en gallego que compuso en loor de la Virgen, en consonancia con su gran devoción mariana a la que ya he hecho alusión con anterioridad.
La producción cultural y científica
En cuanto a textos educativos con contenido filosófico, mandó hacer el ‘Libro del septenario’, conocido como ‘Setenario’, una especie de borrador de ‘Las siete partidas’ que su hijo Alfonso X el Sabio concluiría dándole un sentido más jurídico.
Otro texto que mandó componer también fue el ‘Libro de la nobleza y lealtad’ que posee un epílogo de su hijo, Alfonso X el Sabio, conocido también como ‘Libro de los doce sabios’ porque fueron doce sabios los que lo escribieron. Era una especie de libro para el buen gobernante, con de derecho político y normas de los deberes del gobernante para un buen gobierno y las virtudes que debe reunir para cumplir esas obligaciones. Inspirado en la escolástica y en las doctrinas isidoriana y tomista, puede considerarse un antecedente del llamado ‘Consejo de Castilla’.
Catedral de Palencia. Aunque no se sabe con certeza dónde estuvo ubicada la ‘abuela’ de las universidades españolas, no quedaría muy lejos de la catedral su emplazamiento.
Más allá de su persona, su labor en pro del desarrollo universitario es indiscutible y no fue superior por las múltiples guerras a las que hubo de atender.
Así, tuvo relación con la primera universidad española, la de Palencia, oficialmente inaugurada en 1212 por Alfonso VIII de Castilla y de León (1155-1214) que, junto con el prelado Tello Téllez de Meneses convocaría a Palencia a maestros en teología y artes liberales alrededor de 1208. Así lo cuenta el cronista y obispo Lucas de Tuy (s. d.-1249) en su Chronicon Mundi (1236), aunque haya quien sostenga que debía funcionar incluso antes: el fundador de los dominicos, Domingo de Guzmán, habría cursado estudios de Teología en la ciudad (recogido en la obra del beato Jordán de Sajonia, 1236).
De lo que no cabe duda es de que Fernando III ordenaría la constitución de cuatro nuevas cátedras ligadas a estudios teológicos y jurídicos, según testimonio de Rodrigo Jiménez de Rada (c. 1170-1247), quien define el relato histórico en 1243 en su De rebus hispaniae, así como la ordenación de la dotación económica, dependiente del diezmo de la diócesis.
La última referencia que se tiene de la Universidad de Palencia se atribuye a una epístola del papa Urbano IV y al obispo de Palencia, Fernando, fechada en 1263, otorgando a maestros y alumnos del Estudio General el mismo estatus que poseía el de París: "A todos y cada uno de los doctores y escolares que estudiaran cualquier materia en esa ciudad, aquellos privilegios, indulgencias, libertades e inmunidades que gozan maestros y escolares de París o en otros lugares donde hay estudio general".
Modelo universitario
Pocos años después de la fundación del Estudio General de Palencia, en 1218, echaría a andar gracias al decidido apoyo de Alfonso IX, padre de San Fernando, el Studium Generale de Salamanca, que terminaría siendo también universidad y que sigue en pié todavía gracias a Dios.
Se conserva en su archivo la cedula real de Fernando III en otorgada en Valladolid el 6 de abril de 1243, el documento más antiguo del archivo histórico de la Universidad de Salamanca, que señalan los expertos debe ser considerado como una refundación que haría ganar prestigio a la universidad fundada precisamente por su padre Alfonso IX.
También se conserva otro diploma, que es el segundo más antiguo del Archivo de la Universidad de Salamanca, dado en Sevilla el 12 de marzo de 1252, sobre la exención de portazgo y más seguridades a los escolares del estudio.
La Universidad de Salamanca fue el modelo universitario de todas las universidades construidas con posterioridad, y el que España llevó a Hispanoamérica, fundado las universidades más antiguas del continente americano, algo de lo que ya ha hablado Luis Antequera abundantemente en Religión en Libertad.