"Abraham Maslow jerarquizó las necesidades de los seres humanos y las ordenó en su famosa Pirámide de Necesidades Básicas, que es para el psicólogo humanista como la pirámide alimenticia para los nutricionistas", recuerda la autora.
Se compone de cinco niveles de necesidades y cuando se supera uno se asciende al superior:
1. Necesidades fisiológicas como comer.
2. Seguridad, como tener un empleo
3. Sociales, como las relaciones familiares.
4. Autoestima, relacionada con el respeto a los demás y a nosotros mismos.
5. Necesidad de autorrealización como la espiritualidad, la meta del ser humano.
"En la Navidad actual donde conviven el Niño Jesús y Papá Noel podemos escalar por todas las necesidades de la pirámide en pocos días o quedarnos enganchados hasta la saturación en los primeros peldaños. Depende mucho del ciclo y del momento vital en el que se encuentre cada persona y, sobre todo, de las tradiciones familiares de cada uno. ¿En qué peldaño se encuentra usted?", plantea la psicóloga
La neurociencia también se ha interesado por este fenómeno llamado Navidad.
"Un estudio de la Universidad de Copenhague detectó las zonas del cerebro que se activan con el espíritu navideño. Realizaron resonancias magnéticas a personas que les gustaban las Pascuas y a las que no. Observaron que el cerebro de las primeras tenía mayor activación en la zona de los lóbulos parietales -la parte más alta de su cabeza-, una zona que los científicos identifican con la espiritualidad, los sentidos somáticos y el reconocimiento de emociones faciales. ¿El espíritu navideño es, por lo tanto, un fenómeno ligado al cerebro y no a la cultura?"
"Según recoge el profesor de Medicina Francisco J. Rubia en su libro El cerebro espiritual, la espiritualidad es innata. La religión no lo es. Es gracias a esta cualidad natural que se puede adquirir una religión o tener la capacidad discursiva para rechazarla. La religiosidad se localiza en las zonas del cerebro asociadas a la memoria, las emociones y los juicios racionales. Emociones y razón se aúnan en la religión, lo que explica las respuestas tan intensas que ésta produce. El tener creencias religiosas -o no tenerlas- condiciona nuestros sentimientos y actos".
La Psicología Positiva es la ciencia que analiza el bienestar psicológico, aquello que nos ayuda a desarrollar una vida plena.
Desde este enfoque identifica un conjunto de fortalezas humanas que denomina "fortalezas de trascendencia" que suponen la capacidad del ser humano de vivir y actuar en relación a algo más elevado que el individuo y sus circunstancias y que da sentido a la vida. Éstas son el disfrute de la belleza, la gratitud, la esperanza, el perdón, el sentido del humor, el entusiasmo, la espiritualidad y la religiosidad. ¿Le suenan navideñas estas fortalezas?
"El desarrollo espiritual va unido a un mayor bienestar, menos enfermedades mentales, menos abuso de sustancias y más matrimonios estables, según sostiene el psicólogo G.E. Vaillant en su libro 'La evolución espiritual: una defensa científica de la fe'."
"Hace referencia a un ejercicio de reflexión personal que fomenta la búsqueda de la verdad, el conocimiento de uno mismo, los actos justos y el desarrollo del propio potencial. No se pronuncia sobre la validez de marcos religiosos o laicos. Es una decisión individual de cada uno cómo desarrolla o no lo hace su cerebro espiritual".
Tras estas consideraciones, la psicóloga comenta: "La Navidad es una época de intercambio de regalos, mercadillos de beneficencia y buenos propósitos de nuevo año, pero también es momento de ponerse en contacto con la gratitud, el altruismo, el sentido de la vida y, para muchos, con su religiosidad".
"Es cierto que el alma y el Niño Jesús no tienen una buena agencia de comunicación como Papá Noel -ni siquiera sé si hace falta- pero me gusta pensar que, gracias a que Santa vive en los centros comerciales, el mensaje de espiritualidad del Niño en el sentido más amplio de la compasión, el perdón o la gratitud sigue intacto y puede vivir en los hogares y dentro de cada uno de nosotros".
"Podemos cambiar los regalos materiales por amabilidad, tiempo o juegos juntos. Si en el equilibrio está la virtud ¿por qué no conseguir que este año el Niño Jesús y Papá Noel puedan convivir en paz? Quizás sea el momento de descubrir su auténtica Navidad".