El interés por los remedios naturales se ha desarrollado de una forma sorprendente en los últimos años. Y es de dominio público que la toma de medicamentos químicos durante muchos años produce muchos efectos secundarios peligrosos y ha convertido en incurables algunas enfermedades.
 

Los medicamentos no pueden curar esas enfermedades, únicamente logran reducir algunos síntomas, por eso tienen que tomarse a lo largo de toda la vida.


La artillería química pesada como los inhibidores de calcio, los betabloqueantes o los fluidificantes sanguíneos, ayudan a bajar la tensión arterial, pero cuando se toman durante años acaban siendo un veneno para el cuerpo.
 

Los pacientes reaccionan a la toma de esos medicamentos con mareos, vértigos, vómitos o dolores de cabeza. El hígado y los riñones resultan dañados. Además, estos medicamentos pueden inducir graves trastornos psíquicos o depresiones, así como la pérdida del apetito sexual.
 
Pero lo peor es que todos estos medicamentos para los trastornos cardíacos debilitan el corazón y agravan las enfermedades cardíacas y del sistema circulatorio.
 

En un vasto estudio que se realizó entre 1963 y 1986 en una muestra de 2.032 pacientes cardíacos en Estados Unidos de América se pudo determinar que en los pacientes sujetos a la toma del Nifedipin, el antagonista del calcio más recetado, aumentaba en un 60% el riesgo de sufrir un infarto de corazón respecto a los pacientes que no tomaban ese medicamento.
 

Cuando hoy en día las enfermedades del corazón están por delante del cáncer y del ictus en la lista de las causas de mortalidad más frecuentes, es algo que resulta un claro signo de alarma: nuestro centro interior, el corazón, vive en situación de emergencia.
 
Las enfermedades de la civilización, a las que pertenecen las enfermedades de la circulación y del corazón, son una señal de que nuestra civilización está enferma y nos enferma.


La portada del nuevo libro sobre la medicina de Santa Hildegarda 


Resulta que, en pleno siglo XXI, estamos indefensos frente a las llamadas enfermedades de la civilización porque es nuestra sociedad la que las produce, sin contar con que una parte importante de nuestros recursos y nuestro bienestar material los gastamos en tratar esas enfermedades.

Solamente en Alemania el Sistema de Salud cuesta anualmente más de trescientos millardos de euros y en los últimos diez años esta cifra se ha duplicado. Esto clama por una nueva orientación de la medicina y también por una renovación espiritual de la sociedad.
 
Desde ese punto de vista, el Arte de Curar de Santa Hildegarda es revolucionario porque contempla todos los factores para lograr un cambio metodológico.
  

En la base de la Medicina de Santa Hildegarda subyace todo un sistema de vida que se expresa mediante las «Seis reglas de oro de la vida».
 
Esas reglas de oro de la vida constituyen la base de este libro:
1. Busca los remedios naturales entre los tesoros de la Creación.
 
2. Aliméntate de manera que tus alimentos sean tus medicinas.
 
3. Practica un sano equilibrio entre el trabajo y el descanso o relajación (el «ora et labora» de los benedictinos).
 
4.  Mantén un equilibro entre el sueño y la vigilia.
 
5. Limpia tu cuerpo y tu sistema inmunitario mediante análisis de sangre según Santa Hildegarda, escarificaciones, moxibustión, baños y saunas.
 
6. Limpia el alma y estimula las fuerzas espirituales del alma mediante el ayuno, que es un remedio universal.
 
Los métodos curativos y los remedios que se describen el libro La salud del corazón y la circulación según Santa Hildegarda del Dr. Wighard Strehlow, son el fruto de treinta años de activa investigación con el Arte de Curar de Santa Hildegarda tal como lo practican en el Centro de Salud de Santa Hildegarda en Allensbach, a orillas del lago de Constanza, y no solo allí, sino también en otros lugares por muchos médicos y naturópatas en Alemania, y en todo el mundo; también en España.
 
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Según las visiones de Santa Hildegarda toda persona dispone de tres centros de fuerza que gestionan la curación: el centro del cuerpo, el centro del alma y de las emociones y el centro del espíritu y la fe. Estos centros están interrelacionados y actúan conjuntamente.
 
Cada perturbación o debilidad, si buscamos las causas reales y profundas, tienen su origen en uno de esos centros. Una curación completa no puede darse con éxito si las fuerzas de curación de estos centros no se activan.
 
Santa Hildegarda nos describe medios poderosos para curar el cuerpo: elementos sutiles que subyacen en toda la creación y que permanecen disimulados desde el principio en todas las criaturas: árboles, flores, hierbas y especias, en los animales e, incluso, en las piedras preciosas.
 
A los remedios para el alma, Santa Hildegarda los llama virtudes, que son fuerzas positivas tales como la esperanza, la fe, la paciencia o el amor que son las que hacen que nuestra vida sea maravillosa.
 
Pero la fuerza mayor es la que ella llama «viriditas», la fuerza del color verde. La considera la verdadera energía vital que tuvo su origen en el primer día de la creación: «Lucida materia», la vitalidad luminosa del cielo, que fluye por todo el universo y que inunda el centro de energía espiritual del ser humano tanto de día como de noche.
 
La salud del corazón y la circulación según Santa Hildegarda.
del Dr. Wighard Strehlow puede comprarse AQUÍ

Otros libros de la medicina de Santa Hildegarda:


Manual de medicina de Santa Hildegarda


La salud del aparato digestivo según Santa Hildegarda


El libro de las piedras que curan