El pasado martes falleció en California, a los 99 años de edad, Charles H. Townes, Premio Nobel de Física en 1964 e inventor del láser, cuyos rudimentos tecnológicos barruntó en 1951, aunque no fue hasta 1960 cuando realizó las primeras pruebas de su funcionamiento. Dedicó toda su vida a la investigación y en 1967 se incorporó a la Universidad de Berkeley, donde aplicó el láser al estudio del Universo.
"Fue uno de los físicos experimentales más importantes del siglo pasado. Para quienes le conocieron fue un modelo a imitar, un mentor maravilloso y una persona admirada", declaró el astrofísico Reinhard Genzel, director del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre: "Su fortaleza estaba en su curiosidad y su imperturbable optimismo que se basaba en su profunda espiritualidad cristiana".
En efecto, Townes era miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias y un cristiano confeso que había recibido el Premio Templeton en 2005 por sus contribuciones a la comprensión de la religión. En la ceremonia de entrega del galardón (la mitad de cuyo premio económico entregó a iniciativas católicas de caridad), explicó que "el desarrollo concreto de la ciencia fue posible gracias a la religión monoteísta", y que "el mismo concepto de un universo gobernado de forma ordenada por un Dios es un presupuesto para el desarrollo de las leyes científicas". En 2009 partició en el meeting de Rimini de Comunión y Liberación.
Ya en 1966 había escrito un artículo sobre "La convergencia de ciencia y religión" publicado en el IBM Journal Think, una idea que reiteró en multitud de ocasiones a lo largo de su vida. Veamos algunas de ellas.
"Se nos podría preguntar: ¿dónde está Dios? En mi opinión, es una pregunta casi inútil. Si crees en Dios, no hay ningún ´dónde´ particular, Él está siempre ahí, en todas partes, Él está en todas estas cosas. Para mí, Dios es personal pero omnipresente. Una gran fuente de fortaleza, Él ha marcado la diferencia en mí" ("Making waves", American Institute of Physics Press, 1995).
"La ciencia y la religión son ambas universales, y básicamente muy similares. El papel esencial de la fe en la religión es tan bien conocido que asumir algo por fe más que probarlo suele considerarse una característica de la religión, y como factor distintivo de la religión respecto a la ciencia. Es precisamente la fe en que el universo tiene un orden comprensible por el hombre lo que permitió el cambio básico desde una era de superstición a una era de ciencia... El hecho de que el universo tuviese un principio [se refería a la teoría del Big Bang, n.n.] es algo muy chocante. ¿Cómo explicas ese evento único sin Dios?" (The Times, 1996).
"La ciencia, con sus experimentos, y la lógica intentan comprender el orden o la estructura del universo. La religión, con su inspiración, y la reflexión teológica intentan comprender la finalidad o el significado del universo. Estas dos vías son correlativas. Soy un físico. También me considero un cristiano. Cuando intento comprender la naturaleza de nuestro universos con estas dos formas de pensar, encuentro muchos elementos comunes entre ciencia y religión. Parece lógico que un día las dos podrán también converger" (“Logic and Uncertainties in Science and Religion”, en Proceedings of the Preparatory Session 1214 November 1999 and the Jubilee Plenary Session 1013 November 2000).
"Creo firmemente en la existencia de Dios basándome en la intuición, en las observaciones, en la lógica y también en el conocimiento científico" (Carta a T. Dimitrov, 24 de mayo de 2002).
"La religión ha sido muy importante en mi vida. Siempre estuve inspirado y guiado por la religión" (Il Sussidiario, 26 agosto 2009).