Un estudio de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión (www.ecumenica.una.ac.cr), anexa a la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), a partir de 400 entrevistas por teléfono residencial y 47 personas entrevistadas en profundidad, ha permitido a su autora, la doctora Laura Fuentes, un análisis de la religiosidad en este país centroamericano, el más próspero de la región, democrático durante décadas, pacífico (no tiene ejército) y que constitucionalmente establece la religión católica como la propia del Estado, sin que perjudique la libertad religiosa y de culto.
El estudio presenta muchas limitaciones: con sólo 400 entrevistas tiene un margen de error de +/-5, muy alto (tradicionalmente se dice que las encuestas adquieren fiabilidad razonable a partir de los 1.100 entrevistados), y es más limitada su información si se aplica a subgrupos. Además, la autoría tiene un enfoque progresista (la Escuela Ecuménica tiene ligazón con sectores protestantes liberales). Y, de hecho, a fecha 26 de agosto el estudio completo no se encuentra en Internet, sólo resúmenes de prensa de su presentación. Pero aún así, el estudio marca algunas tendencias interesantes. Por ejemplo:
-el 85% de los costarricenses admite que reza
-un 47,4% dice que el Estado debe colaborar con los proyectos sociales de las distintas iglesias (como ya sucede), sólo un 5% cree que la única entidad religiosa que deba recibir ayuda sea la católica
- en este país pacífico y constitucionalmente católico, sólo el 25,3% de entrevistados piden que el Estado esté "separado" de la religión
- 7 de cada 10 costarricenses se declaran católicos; un 26,8% de la población pertenece a otras iglesias cristianas; sólo un 4,3% dice que no tiene religión
- sobre el total de la población, un 42% se declaran católicos practicantes y un 27% católicos no practicantes
Según Laura Fuentes, responsable de la investigación, está aumentando el número de católicos no practicantes, no por razones doctrinales, sino emocionales.
“Los católicos no practicantes no parecen estar en el camino del abandono del catolicismo, tampoco en el punto de la conversión hacia otra fe, pero sí parecen personas decepcionadas, muy decepcionadas, aburridas y que sienten la misma frialdad de la que se quejan los cristianos evangélicos que se han convertido [del catolicismo al protestantismo]. Es también la misma queja de los católicos no practicantes, pero de alguna forma, la posición en que ellos persisten es una posición de elaboración individual, también pasa por el alejamiento de la comunidad católica y hay una recreación individual de la creencia”, añadió la especialista.
Esto encaja con algo que ya señalaba el documento de Aparecida de los obispos de toda América, una guía para la Iglesia americana, usando también fuentes sociológicas: los católicos no se alejan de la fe por la doctrina, sino por temas pastorales y de acogida y calor humano.
Aparecida lo explica así en sus párrafos 225 y 226:
225. Según nuestra experiencia pastoral, muchas veces, la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que los grupos “no católicos” creen, sino, fundamentalmente, por lo que ellos viven; no por razones doctrinales, sino vivenciales; no por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos, sino metodológicos de nuestra Iglesia. Esperan encontrar respuestas a sus inquietudes. Buscan, no sin serios peligros, responder a algunas aspiraciones que quizás no han encontrado, como debería ser, en la Iglesia.
226. Hemos de reforzar en nuestra Iglesia cuatro ejes:
a) La experiencia religiosa. En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un “encuentro personal con Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio de vida integral.
b) La vivencia comunitaria. Nuestros fieles buscan comunidades cristianas, en donde sean acogidos fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmente incluidos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsables en su desarrollo. Eso permitirá un mayor compromiso y entrega en y por la Iglesia.
c) La formación bíblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar su experiencia religiosa. En este camino, acentuadamente vivencial y comunitario, la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío, sino como una herramienta fundamental y necesaria en el crecimiento espiritual, personal y comunitario.
d) El compromiso misionero de toda la comunidad. Ella sale al encuentro de los alejados, se interesa por su situación, a fin de reencantarlos con la Iglesia e invitarlos a volver a ella.