«La crucifixión da mucho sentido a mi vida y me pone en relación con los otros. He necesitado toda una vida para entenderlo».
Así habla a los 70 años Roger Scruton, uno de los más brillantes filósofos ingleses.
Acaba de publicar con la Universidad de Princeton Press su testamento espiritual: 200 páginas tituladas The Soul of the World («El alma del mundo») y dedicadas al sentido de lo sagrado, es decir, al misterio que la ciencia de hoy quiere negar.
«Yo que soy un intelectual y, como tal, siempre escéptico, siempre en los límites de la religión, lo sé bien – continúa Scruton en su estudio a breve distancia de Piccadilly, en el edificio más caro de Londres, el Albany, dónde vivieron Byron, Gladstone y Berlin –: la ciencia nos ha entregado un visión del mundo descorazonadora. Sabemos que estamos en este pequeño planeta, en un rincón minúsculo de una galaxia, pero ¿por qué existimos?»
-¿Existe de verdad un Ser que se preocupa por nosotros? Es posible responder a esto sólo a través de una forma de sumisión religiosa. Tenemos que rendirnos a este misterio y sentirnos, por fin, en paz con el mundo. Esto es lo que nos da la religión y que corre el riesgo de perderse en el mundo actual. Es uno de los problemas más grandes para los jóvenes, que nacen en un mundo donde todo tiene una explicación.
-Tomemos la sexualidad. Para mi generación y las anteriores era algo misterioso, que necesitaba preparación. Había que estar atentos, aprender cómo hacer y la castidad formaba parte de dicha preparación. Había este misterio fundamental en el centro de mi vida, pero la ciencia lo ha desmitificado, reduciendo la sexualidad simplemente a una dimensión biológica.
»Sin embargo, en cuanto los jóvenes empiezan a experimentar con ella, se dan cuenta de que no es verdad que todo es natural y simple, y empiezan los problemas. Las religiones, a diferencia de la ciencia de hoy, han puesto siempre la sexualidad en el centro de su enseñanza porque es uno de los lugares donde se encuentra el misterio de nuestro ser humanos. Si maltratas este misterio, te maltratas a ti mismo y a tu relación con el mundo: un resultado muy destructivo de nuestro ser.
-¿Por qué hoy el islam tiene tanto éxito? Porque ofrece a los jóvenes una vía de salida del caos. Y es la razón por la que muchos vuelven a la religión: necesitamos pertenecer a una comunidad.
-No hay duda de que la música clásica, hoy como siempre, permanece radicada en la contemplación de lo eterno. La música pop se ha alejado de la religión para alcanzar una dimensión sensorial, a menudo violenta y anárquica, pero los jóvenes se cansan de ella y buscan algo más, en la música folk, por ejemplo.
»Hay también cantantes que se mueven en una dirección más mística y atraen a muchos fans: la banda rock Radiohead, por ejemplo, y otros grupos que producen canciones en las que vibran este sentido de misterio del mundo. El heavy metal a menudo intenta entender la condición de alienación actual, y a los jóvenes les gusta porque saben que están alienados y quieren saber el motivo.
-Sí, pienso en las películas basadas en los libros de C.S. Lewis y Tolkien y las tenebrosas historias de Philip Pullman. Los volúmenes de Harry Potter, aunque no hablan explícitamente de Dios, están ambientados en una escuela de magia donde la ciencia no tiene ningún papel. Es una vuelta a los sentimientos animistas de nuestros antepasados en la foresta, una religión muy primitiva donde la voluntad forma el mundo que nos rodea.
»Incluso los mundiales de fútbol son un acontecimiento religioso, porque la gente se reúne en comunidad y se concentra en algo que la absorbe totalmente de manera catártica. Ciertamente, si se empieza a adorar al balón, se llega a una forma de idolatría…
»Pero en todas las actividades humanas existe esta paradoja: cuanto más significado tienen para nosotros, más se parecen a la religión. Nos llevan fuera del mundo hacia un significado más transcendente.
-La mayor parte de mis amigos son ateos o agnósticos porque son intelectuales, pero piensan que hay cosas que tienen que ser respetadas aunque no se entiendan. Cosas sagradas como la música, la literatura y el arte. Aceptar la vida como un don y darle sentido, con el sacrificio, utilizando estas cosas, es algo que también los ateos y los agnósticos pueden hacer.
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)