El jesuita francés Henri de Laulanié (1920-1995) dejó a las poblaciones agricultoras un creativo sistema de cultivo intensivo del arroz que ha resistido bien las dificultades que la pandemia ha generado al limitar la llegada de suministros y equipamientos.
Este misionero jesuita pasó gran parte de su vida en las misiones de Madagascar, donde, a partir de 1980 y gracias a su amplia formación botánica ideó un nuevo sistema de cultivo para que las poblaciones autóctonas fuesen autosuficientes.
Este sistema, explica Asia News, se basa en el descubrimiento del sacerdote de que, si las plantas de arroz se plantan individualmente, cuando son más jóvenes y si se dejan en un suelo húmedo pero no inundado, aumenta enormemente la productividad en las plantaciones.
La planta en sus primeros estadios de desarrollo se coloca en agua en pequeños grupos a lo largo de los primeros días de germinación. De este modo, es posible aumentar la producción del 30% al 50% al consumir menos agua y limitar el uso de fertilizantes, como explica este estudio.
En algunos de los suelos más pobres encontrados en Madagascar, donde las cosechas de 2 toneladas por hectárea eran normales, los agricultores que usaban este sistema ahora producen un promedio de más de 8 toneladas, no son pocos los que acaban produciendo entre 10 y 15 y algunos llegan a las 20.
El sacerdote misionero Henri de Laulanié falleció en 1995, viendo su descubrimiento beneficiando a países de todo el mundo.
La experiencia en Nepal con la pandemia
Recientemente la organización World Neighbours ha llevado este sistema al Nepal y ha constatado que las organizaciones de mujeres nepalíes campesinas incrementan la productividad de sus cosechas hasta en un 56%.
“El 90% de nuestros beneficiarios son mujeres, que sólo tienen parcelas de tierra muy pequeñas, por lo que tuvimos que pensar en cómo maximizar la producción” relata a Asia News Srijana Karki, directora del programa World Neighbors para India y Nepal.
En las últimas décadas, las mujeres se han dedicado a las plantaciones mientras los maridos emigraban a la ciudad en busca de empleos. Pero ahora, al aumentar la rentabilidad del campo, muchos esposos vuelven a sus hogares para dedicarse a la tierra. “Es genial ver a las familias unirse y expandir su negocio”, exclama Karki.
Es una noticia especialmente buena porque muchos campesinos son analfabetos. “Un día una mujer había ganado tantas rupias que no sabía cómo contarlas y tuvo que ir a la casa de su tío para preguntarle cuánto había ganado con la venta de sus productos en el mercado”, explica Karki.
Frente a la escasez de suministros durante el Covid, este sistema agrícola ha resistido especialmente bien.
“Tratamos de usar semillas locales y fertilizantes caseros tanto como sea posible para resistir los choques del mercado. Así se contuvo el impacto de la pandemia”, explica.
Si el plan tiene éxito, los agricultores no tendrán que depender del mercado de fertilizantes y pesticidas, que debido a retrasos en las cadenas de suministro corren el riesgo de no llegar y estropear cultivos enteros.
Aquí puedes ver el funcionamiento del sistema de cultivo ideado por el misionero jesuita Henri de Laulanié, que hoy se aplica en 41 países de todo el mundo.