«La ciencia moderna ha fracasado: ambicionaba darnos la verdad sobre la naturaleza; pero en cambio, nos ha alejado de ella».
Otra: «Ser racionales no significa considerar que la razón es competente en todo, sino reconocer que tiene sus límites».
Son dos de las ideas que plantea el filósofo y matemático Olivier Rey en su entrevista en Tempi.it.
Las traducciones que se retrasan
Todos los ensayos que verdaderamente vale la pena leer, todos los libros de ensayo extranjeros que no hay que dejar de leer, esos que están destinados a convertirse en un punto de referencia para todas aquellas personas que quieran debatir y profundizar sobre determinadas cuestiones, en Italia se traducen diez años después de su publicación, o más.
El caso más clamoroso es el de Karl Popper, cuyo libro más importante, La sociedad abierta y sus enemigos,fue traducido casi treinta años después de su publicación en inglés.
Itinerari dello smarrimento – E se la scienza fosse una grande impresa metafisica? (Itinerario del extravío – Sobre el papel de la ciencia en la absurdidad contemporánea) de Olivier Rey, traducido este año 2013 por ediciones Ares, diez años después de la publicación del original francés (Itinéraire de l’égarement. Du rôle de la science dans l’absurdité contemporaine), confirma cuanto dicho anteriormente.
Raramente se ha podido leer una crítica más lógica de la ciencia moderna, una confutación tan puntual de sus mitos, de su deriva ideológica, una manifestación tan lúcida de sus contradicciones y sus límites.
Pero los lectores italianos que no dominan la lengua de Victor Hugo han tenido que esperar hasta este año para leer pasajes como éste:
- «Las estructuras matemáticas que la ciencia de Galileo empieza a sacar a la luz se presentan como la verdad del mundo. Esas, sin embargo, sólo revelan su esquema. Durante el progreso científico, los perfumes se han convertido en moléculas que se fijan en los receptores sensoriales de las paredes nasales; los colores, en una excitación selectiva de las neuronas visuales según la energía de los fotones que inciden en ellas; los sonidos, en ondas elásticas que hacen vibrar las membranas del oído interno. Perfumes que no huelen, colores sin color, sonidos mudos, que tal vez se responden mediante la común excitación de alguna sinapsis dentro del cerebro. La familiaridad con el mundo no es máxima, es nula. La razón es simple: habitar una casa no es hacer una medición precisa, ni conocer los principios de construcción de la misma. Es vivir en ella».
Rey es un matemático y filósofo. Entró en 1989 en el CNRS (el equivalente francés al CERN [o el CSIC en España]) en la sección matemática, y en 2009 pasó a la sección filosófica.
Escribe sobre filosofía de la ciencia desde su posición de científico: sabe todo sobre algoritmos, derivadas y el resto del “alfabeto matemático del mundo”, como también sobre las exigencias de la neurobiología y la genética.
Domina también los dogmas de la tecno-ciencia porque ha crecido con ellos. Ha enseñado Matemáticas durante quince años antes de enseñar filosofía en la Universidad París 1.
Esta es la razón de su enfoque sin ese temor reverencial a la criticidad de la ciencia modernaque, desde sus páginas, se explica cómo ese gran logro:
- que prometía revelar a los humanos la verdad y, en cambio, ha producido abstracciones;
- que aseguraba la libertad y, en cambio, ha regalado el determinismo absoluto;
- que promovía la autonomía y, en cambio, elimina al sujeto mediante su objetivación;
- que prometía una humanidad más fuerte y poderosa gracias a la tecnología y, en cambio, junto al poder, ha creado, con las armas nucleares y químicas en particular, y la contaminación y la degradación ambiental en general, las premisas para la autodestrucción del planeta.
La conclusión es despiadada: hoy disponemos de mucha más información que en el pasado, pero no poseemos más conocimiento; somos más ricos, longevos y poderosos, pero no sabemos más sobre el sentido de la vida.
Y todo ello no sucede por la inadecuación del esfuerzo científico, o porque el camino del progreso es muy largo:el problema es la esencia misma de la ciencia moderna.
Como ha dicho el mismo Rey presentando su libro en el Meeting di Rímini: «Cuando aparece la ciencia moderna, un cierto número de personas se entusiasma: ¡finalmente podremos, con el estudio matemático de la naturaleza, descubrir el verdadero método para estudiar la naturaleza y, por tanto, para orientarnos en la vida! Sin embargo, el estudio de la naturaleza puede contribuir a orientarnos en la vida solamente si se reconoce a la naturaleza su valor moral, sólo si esta naturaleza es un cosmos. Ahora, por principio, la ciencia moderna desnuda a la naturaleza de todo valor moral, pues no tiene interés en ésta en cuanto tal: de ella sólo le interesan sus estructuras matemáticas. Sus estructuras ciertamente pueden ayudarnos a manipular la naturaleza, pero no pueden decirnos absolutamente nada sobre lo qué debemos hacer. Y esto, repitámoslo, no es debido al hecho de que la ciencia aún no está suficientemente desarrollada, sino a la esencia misma de la ciencia moderna».
- Profesor Rey, en su libro usted describe el itinerario del extravío de la ciencia moderna. Pero la mayoría de los europeos cree ver más bien el triunfo de la misma: la ciencia es poderosa y da su poder a los seres humanos. La gente tiene fe en la ciencia, del mismo modo que antes tenía fe en Dios. Incluso se espera la vida eterna, hoy, como uno de los éxitos tecno-científicos. ¿Qué significa, entonces, que la ciencia se ha extraviado?
- Mi crítica no concierne a la ciencia como tal, sino al lugar que ocupa en el mundo y el pensamiento modernos. El problema no es la ciencia, sino el hecho de que tiende a captar en su beneficio un cierto número de expectativas espirituales que, por definición, es incapaz de satisfacer.
»En Europa el interés científico por la naturaleza ha nacido del hecho de que ésta era vista como una creación divina. El estudio de la naturaleza era un modo de dar gracias al Creador y de aprender algo sobre Él. Pero, poco a poco, la ciencia se ha hecho autónoma, y se ha desarrollado independientemente de toda preocupación espiritual.
»Hablo de extravío porque al inicio se dedicaron muchas energías a la ciencia precisamente porque se le reconocía un valor espiritual, pero el modo cómo se ha practicado ha eliminado este aspecto espiritual.
-Gracias a las matemáticas entendemos muchos acontecimientos del universo. ¿Por qué critica Usted la “matematización” de la naturaleza?
-También en este caso, no es la “matematización” de la naturaleza como tal lo que causa el problema, sino el hecho de que este enfoque tiende a convertirse en exclusivo, desvalorizando cualquier otro enfoquede la naturaleza en cuanto no científico.
»La “matematización” nos permite adquirir una cantidad de conocimientos que no serían accesibles de otra manera, pero impide acceder a otros, de otro orden, igualmente importantes. La ciencia moderna ambicionaba darnos la verdad sobre la naturaleza; en cambio, nos ha alejado de ella. Para explicarme haré una comparación:conocer a alguien no significa sencillamente conocer su peso, su altura, su edad y sus otras medidas, incluidos los test cardiacos y respiratorios que se realizan en un laboratorio. Conocer a una persona es otra cosa. Como puede Usted ver, hay formas de conocimiento distintas de los de la ciencia moderna.
-Precisamente usted dice que la ciencia moderna ha desarticulado al sujeto humano, destruyendo su libertad moral y espiritual. El hombre se ha convertido en el resultado de fuerzas anónimas. La ciencia moderna ha cambiado la libertad humana por el poder. Parece ser que a la mayoría de la gente ya le va bien que esto sea así.
-Sí, existe esta tendencia a decir que gracias a la ciencia y a la técnica el hombre es cada vez más poderoso. Perohay que distinguir entre “el hombre” y “los hombres”. El creciente poder del hombre camina paralelo a la creciente impotencia de los hombres. La expresión “el progreso no se detiene” es angustiosa: da la idea de algo imparable y fuera de control. Así, la relación con la ciencia se ha convertido en algo ambiguo: estamos fascinados por todo lo que la ciencia y la técnica permiten realizar, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que cada persona es arrastrada, individualmente, por un proceso que nadie consigue guiar.
- Usted distingue muy claramente entre la ciencia antigua, que buscaba la verdad, y la ciencia moderna, que sólo aporta conocimientos exactos. ¿Prevé Usted una vuelta a una ciencia más cercana a la antigua, es decir, fundada sobre la fe en un orden cósmico? ¿O más sencillamente quiere apartar a la ciencia de la posición en la que se ha colocado indebidamente? ¿Cuál es entonces la posición justa?
- Creo que lo primero que se debe hacer es colocar a la ciencia en su justo lugar, que es ciertamente el de una realidad capaz de darnos conocimientos que sólo ella puede darnos, ayudándonos a manipular la realidad; pero no es el de decirnos lo que debemos hacer, o hacer que la naturaleza nos sea más familiar.
»En segundo lugar, quisiera que al lado de esta ciencia existieran otras prácticas científicas, más cercanas a las del mundo antiguo, que no estén orientadas a la manipulación de la naturaleza, sino a su conocimiento directo mediante una experiencia directa.
- En el libro usted intenta explicar por qué para algunos biólogos es tan importante demostrar que el hombre es sólo una máquina neuronal cuyo objetivo es garantizar la supervivencia de sus genes, y a qué aspiración común responden, por una parte, el amor-pasión y, por otra, la ciencia moderna.
- Sí, muchos biólogos modernos y contemporáneos se declaran monistas, es decir, para ellos no existe nada más que la materia. En realidad son unos dualistas empedernidos que han roto hasta tal punto el vínculo entre espíritu y materia que no se dan cuenta de que lo que les permite decir que todo es materia es exactamente el espíritu, el suyo, totalmente externo a la materia.
»En el mundo hodierno por una parte se sostiene que, basándose en la visión científica, todo está determinado y, al mismo tiempo, según una visión del mundo voluntarista, se dice que todo está sometido a la voluntad. De hecho, el cientificismo es el gnosticismo de nuestros tiempos.
»Pero los antiguos gnósticos pensaban que el espíritu tenía que evitar el mundo material, que era malvado, mientras los gnósticos modernos piensan que gracias a la ciencia y a la técnica es posible someter completamente el mundo material a la voluntad.Como puede usted ver, el determinismo y el voluntarismo son las dos caras de la misma moneda.
»En cuanto al terreno común entre el amor pasional tipo Tristán e Isolda y la ciencia moderna, ese consiste en una cierta forma de nihilismo: la abolición de la persona. En el amor pasional la persona desaparece en la fusión amorosa; en la ciencia, la abolición de la persona se realiza con su absorción en un funcionamiento mecánico.
»A partir de la época moderna el amor pasional está considerado como la forma más alta del amor. Pero sabemos que no es así. Los griegos ya tenían cuatro términos diferentes para definir cuatro tipos distintos de amor, y en la Deus Caritas est Benedicto XVI explica que no se debe rechazar el eros, la pasión amorosa, sino que éste debe abrirse a otras formas de amor. Eros es una vía hacia ágape.
-Hacia el final del libro Usted escribe que «el hombre decae en la medida en que disminuye su vocación, que es la acogida del misterio esencial de cada cosa, y de sí mismo. El verdadero progreso es avanzar en el misterio, mejoría del alma». ¿Qué significa?
- Me refería a lo que expresa Pascal cuando escribe queel último paso de la razón es reconocer que hay una infinidad de cosas que se le escapan. Por tanto, ser racional no significa considerar que la razón es competente en todo, sino reconocer que tiene sus límites. Y éste es el motivo por el que no hay oposición entre razón y Misterio, entre razón y fe, porque ser verdaderamente racionales y razonables significa entender que la razón es soberana en su orden, pero que no lo es en otros órdenes.
-El último párrafo del último capítulo lleva el título “Esperando a Godot”, y pide al hombre «dar un paso de lado». ¿Qué significa?
-Vivimos en un mundo que nos da muchísimas libertades, pero tenemos la tendencia a olvidar que hay libertades muy reducidas: a menudo estamos obligados a elegir sólo entre cosas del mismo orden. Por ejemplo, cuando vamos al supermercado tenemos tantísimos productos que podemos elegir. Pero el hecho de ir al supermercado se ha convertido en una obligación, no tenemos otra elección si queremos comprar productos alimentarios. Por tanto, la aparente libertad puede ir paralela a una forma de ausencia de libertad. El “paso de lado” sobre el que escribo consiste en volver a proponer la cuestión de la libertad en ámbitos donde ya no se plantea.
(Traducción de Helena Faccia Serrano