La muerte por ley, administrada por alguien como “tratamiento” a los que sufren de una “condición de salud sin esperanza” es posible en Bélgica desde el año 2002 y a esta visión del enfermo y de la enfermedad se alinearon en marzo de 2017 los hospitales de la Congregación de los Hermanos de la Caridad, fundada a finales del siglo XIX, explica la agencia de noticias de la Santa Sede VaticanNews. Una elección que, después de tres años de estrecha confrontación, sin retroceso alguno por parte de la Asociación que los gestiona en nombre de los religiosos y con un consejo mayoritariamente laico, determinó la elección de la Congregación para la Doctrina de la Fe: “Aunque con profunda tristeza, se comunica que los hospitales psiquiátricos gestionados por la Asociación Provincialat des Frères de la Charité asbl en Bélgica, a partir de ahora, ya no podrán ser considerados entidades católicas”.
El comienzo de la historia
Detrás de ese “dolor” – se explica en una carta del 30 de marzo pasado y firmada por la cúpula del Dicasterio vaticano, el Cardenal Ladaria y el Arzobispo Morandi – se encuentra la historia de una delicada y compleja disputa que ha opuesto el principio intangible de la vida según la visión cristiana a las consideraciones de una ley que lo relativiza. La misma Carta, dirigida al Superior General de la Congregación, el Hermano René Stockman, traza la historia de este hecho, que comienza hace poco más de tres años cuando se publicó en el sitio Web de la rama belga de la Congregación de los Hermanos de la Caridad un documento en el que, se recuerda en la misiva, “se admite, bajo ciertas condiciones, la práctica de la eutanasia en una estructura hospitalaria católica”.
René Stockman, superior de los Hermanos de la Caridad, quien también se opone a la aplicación de la eutanasia en los hospitales de Bélgica
Ningún replanteamiento
Esta práctica, apoyada por la Asociación Provincialat des Frères de la Charité asbl, “no hace referencia ni a Dios, ni a la Sagrada Escritura, ni a la visión cristiana del hombre”, explican los autores de la carta, que enumeran la larga serie de encuentros que han tenido lugar a distintos niveles entre el Instituto belga y la Santa Sede para resolver la cuestión “en un espíritu de sincero carácter eclesial”. La petición del Vaticano es que los responsables de la red de hospitales belgas afirmen “por escrito y de forma inequívoca su adhesión a los principios de la sacralidad de la vida humana y de la inaceptabilidad de la eutanasia y, en consecuencia, su rechazo absoluto a llevarla a cabo en las instituciones que dependen de ellos”. Petición que permanece sin respuesta, incluso después de la mediación llevada a cabo por el Arzobispo Jan Hendriks, como Visitador Apostólico.
La carta cita pasajes del Magisterio de los últimos decenios sobre este tema, desde la afirmación de Juan Pablo II de que la eutanasia es una “grave violación de la Ley de Dios”, hasta las palabras más recientes de Francisco quien en enero pasado, durante la sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, reflexionó sobre cierta mentalidad que distingue en “vidas descartadas” o “vidas indignas” a esas que no responden al criterio de la eficiencia. Tampoco es justificable, se lee también en la carta, el sentimiento de “compasión” que sustentaría el recurso a la eutanasia, ya definida como “una falsa piedad” por el Papa Wojtyla puesto que, objetaba, la verdadera compasión “hace que uno sea solidario con el dolor de los demás, y no suprime a aquel cuyo sufrimiento no puede soportar”.
“Que el diálogo continúe”
A las estructuras no hospitalarias, a las cincuenta escuelas y a los quince centros orto-pedagógicos bajo la responsabilidad de los religiosos de la fraternidad belga –que además se han opuesto repetidamente al Consejo de administración de la Asociación– no les interesa la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y de hecho, su decisión fue entregada hoy a los Obispos del país por el Nuncio Apostólico, Monseñor Kasujja. Mientras en un comunicado, la Conferencia Episcopal Belga pidió “que se prosiga el diálogo prolongado entre todos los actores implicados”, agradeciendo la obra de los hospitales “en estos tiempos difíciles del coronavirus”.
El Superior General de los Hermanos de la Caridad no es muy optimista sobre una posible continuación del diálogo. “Hemos estado hablando durante tres años y hemos hecho todo lo posible”, dice el Hermano René Stockman, que define la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe como “dolorosa”. Y recuerda que los hermanos fueron los primeros en Bélgica, ya en 1815, en tratar con pacientes psiquiátricos. Pero reafirma que la práctica de la eutanasia no puede ser reconciliada con el carisma de la caridad. “La Congregación – dice – deberá separarse de sus hospitales psiquiátricos en Bélgica”. Esta separación tendrá algunos aspectos delicados: los hospitales en cuestión utilizan los bienes de los Hermanos de la Caridad y habrá que llegar a un acuerdo con la Asociación que los gestiona. El Superior General desea cortar todos los lazos con estas estructuras que “ya no pueden asociarse, debe quedar muy claro, dice, con los Hermanos de la Caridad”.