En Europa son varios los autores (por lo general españoles, italianos y franceses) que han querido defender las bondades de la cocina de los países católicos como mucho más variada, elaborada y gozosa que la de los países nórdicos protestantes.

Es un tema que se puede debatir, y algunos pueden atribuir las diferencias a causas climatológicas o culturales no relacionadas con el tipo de cristianismo que se practica en cada país.

Pero hay un dato relevante que distingue a católicos y protestantes en su trato con la comida: en Estados Unidos, los protestantes se acusan un 50% más que los católicos de sentirse tentados a comer demasiado.


La gula es el pecado que más tienta a los protestantes, según el reciente estudio sobre tentaciones de la casa de sondeos norteamericana Barna Group (www.barna.org). Un 66% dice que siente esta tentación a menudo o a veces. En cambio, comer demasiado sólo preocupa a un 44% de católicos. Si se tiene en cuenta a toda la población adulta (religiosa o no), esta es una tentación que asalta al 55% de norteamericanos.

La gula es la tentación que más diferencia a católicos y protestantes: 22 puntos porcentuales.

En todos los otros pecados, las diferencias son menores.

Las tentaciones “más protestantes” son:

-Comer demasiado: 66% de protestantes; 44% de católicos
-Aplazar las obligaciones indefinidamente: 57% de protestantes; 51% de católicos
-Pereza, trabajar menos de lo debido: 40% de protestantes; 28% de católicos

Las tentaciones “más católicas” son:

-Chismorrear, la maledicencia: 29% de católicos; 22% de protestantes
-Abusar de drogas y alcohol: 9% de católicos; 3% de protestantes (aquí, el papel de la inmigración hispana y la relación entre el alcohol y la cultura irlandesa pueden jugar un papel).

En todas las otras tentaciones las diferencias entre católicos y protestantes son de apenas 4 puntos o menos, y no son estadísticamente significativas.


También es interesante comparar lo que los católicos dicen que les tienta con lo que la media de la población dice que le tienta.

Aplazar las obligaciones tienta al 60% de americanos, pero sólo al 51% de católicos.

Perder mucho tiempo en los medios de comunicación tienta al 44% de los americanos, pero sólo al 38% de católicos.

Ser perezoso es algo que tienta al 41% de los estadounidenses, pero sólo al 28% de los católicos (¿es que siete de cada diez católicos son inmunes a los encantos de la pereza?).

Y despilfarrar y gastar sin medida tienta al 35% de los norteamericanos, pero sólo al 30% de los católicos.

El único pecado que tienta más a los católicos (al 29%) que al americano medio (26%) es el chismorreo y la maledicencia. Y la diferencia, de hecho, entra en el margen de error de 4 puntos.


Como se puede observar, los pecados económicos y de productividad tienen más inquietos a los protestantes que a los católicos.

Esto puede deberse a que los protestantes se autoexijan más. O quizá es exactamente lo contrario: que los católicos sean muy trabajadores y cumplidores y no se sienten tentados por ese flanco. Poder dilucidar esto es sociológicamente muy complicado. Eso sí, unos y otros están empeñados en la lucha contra estas tentaciones.

El sondeo se realizó a partir de mil entrevistas telefónicas, con las minorías étnicas (hispanos, negros) proporcionalmente representadas. Se consideró “católicos” y “protestantes” a efectos del estudio a los que dijeron que esta fe es importante en su vida cotidiana y que además hayan ido a la iglesia al menos una vez en el último mes.

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