En noviembre de 2010 se anunció en Sofía (Bulgaria) el hallazgo en la de unos restos que se suponían reliquias de San Juan Bautista. Año y medio después del descubrimiento científicos de la Universidad de Oxford han confirmado mediante datación y análisis los datos de la tradición que sugerían esa identidad.
El sarcófago llevaba el nombre de San Juan y la fecha de su festividad (24 de junio). Ahora además se ha comprobado que son del siglo I y que el ADN -que pudo estudiarse en unos pequeños restos- se correspondería con la raza del hombre que bautizó a Jesucristo.
"Hemos obtenido datos realmente muy interesantes", explicó a LiveScience el investigador Thomas Higham: "Sugieren que los huesos humanos son de la misma persona, que es un hombre y que muy probablemente nació en el Cercano Oriente".
Los huesos fueron descubiertos por los arqueólogos rumanos Kazimir Popkonstantinov y Rossina Kostova durante unas excavaciones en una iglesia construida entre los signos quinto y sexto en la isla Sveti Ivan. El sarcófago descubierto, de mármol, contenía seis huesos humanos y tres huesos animales, y estaba junto a un segundo sarcófago de roca volcánica con una inscripción: "Señor, ayuda a tu siervo Tomás", junto con el nombre de San Juan y la fecha de su fiesta litúrgica.
Los estudiosos concluyeron que Tomás fue un monje que trasladó las reliquias del Bautista hasta allí para construir la iglesia y fundar una comunidad monástica. Pero faltaba fijar una fecha a los huesos humanos. La reconstrucción parcial del ADN que se ha hecho con ellos permite atribuirlos a una misma persona, y de un origen étnico coincidente con el de San Juan. La datación con radiocarbono los sitúa en la primera centuria después de Cristo. El Bautista fue martirizado al inicio de la vida pública de Jesús, en torno al año 30.
Aunque a los científicos les preocupaba que los restos estuviesen "contaminados" con ADN reciente -explica uno de los investigadores, Hannes Schroeder-, los datos confirman su pureza y autenticidad.
En cuanto a los tres huesos de animales (de oveja, vaca y caballo), son cuatrocientos años más recientes que los restos humanos, lo que coincide con la fecha del enterramiento y de la iglesia. Se ignora por qué los enterraron junto a los huesos, pero pemite diferenciar dos historias diferentes: las reliquias del siglo I, que se cree pudieron llegar desde Constantinopla, y su enterramiento cuatro siglos después.