El obispo de Pavia (Italia), Giovanni Giudici, acaba de recibir una carta muy emocionante del obispo de Tarbes y Lourdes, Jacques Perrier, en la que le confirma el carácter milagroso de la curación de Danila Castelli: "Es algo inexplicable en el estado actual del conocimiento científico", afirma tras veinte años de investigaciones.
Danila, natural de Bereguardo, cerca de Pavía, tiene hoy 66 años, y para ella el sentido de lo que sucedió en su vida es muy claro: "Sobre todo, es la satisfacción de poder decir a los demás que, cuando se abren las puertas a Dios, incluso lo imposible se hace posible". Es lo que piensa también monseñor Giudici al transmitir la noticia a los fieles de su diócesis, a través de su semanario: "Estos hechos son un regalo para todos los creyentes".
En 1981, Danila, casada con un ginecólogo tenía 35 años y cuatro hijos cuando se le diagnosticó un cáncer extraordinariamente virulento que le producía tumores en cualquier parte del cuerpo. Durante ocho años visitó diversos hospitales de toda Italia en busca de una solución que se tornaba cada vez más inverosímil. Sufrió ocho operaciones y vivía empastillada para soportar los dolores. Pero "no sufría tanto por mí como por mi marido y mis hijos", confiesa, "porque me sentía como una madre con la maleta siempre en la mano, que partía de casa sin saber nunca si iba a volver": "Veía el dolor en su rostro, y era verdaderamente duro de aceptar", explicó este viernes a diversos medios italianos.
La enfermedad la acercó más a Dios: "Fue una hermosa historia de amor con Cristo. En aquellos ocho años vivó momentos de intimidad con Dios que sólo pueden experimentarse cuando estás verdaderamente mal. Y cuando fui curada, mi primera oración fue pedirle que me ayudase a amarle del mismo modo que cuando estaba crucificada con Él".
Un feliz viaje de novios
Porque en 1989 los médicos tiraron la toalla y le recomendaron que buscase un lugar tranquilo para pasar sus últimos días. Danila y su marido decidieron ir entonces a Lourdes, pero no tanto buscando un milagro -ya habían ido otras veces con la esperanza de la curación- como buscando pasar en compañía de la Virgen un último "viaje de novios".
Esta vez, la Signora Castelli no le pidió un milagro a María. Ante la perspectiva de perder la vida con sólo 43 años, lo que hizo fue confiarle a su familia: "Le pedí que no los dejase solos, que estuviese siempre cerca de mis hijos".
Lo que no esperaba, tras formular su oración, es que de inmediato se iba a sentir aliviada. De forma instantánea dejó de sentir dolor, pero tanto como el dolor disminuía crecía su confusión: "Hice todo el viaje de vuelta en silencio. El momento más duro en el hecho de creer es ese momento de incredulidad en el cual el Señor te pide un gran acto de fe". Danila no creía lo que le estaba pasando...
Cuando se verificó la curación, se convirtió en una más de las personas que acuden regularmente a Lourdes a ayudar a los enfermos. "Es una gran mujer que se ha tomado en serio el Evangelio", dice su confesor, Don Giovanni: "Y lo que más me satisface es que, entre tantas malas noticias, pueda leerse una tan hermosa".