Inauguro hoy una serie de artículos sobre cómo entender algunas frases del Evangelio que, vaya usted a saber por qué, han sido malinterpretadas, mutiladas o directamente ignoradas. Y claro, esto no se puede consentir porque el Evangelio es lo que dijo Cristo y lo que dijo Cristo es un tema muy serio y hay que entenderlo bien.

Para empezar, un clásico: hay que poner la otra mejilla (S. Lucas 6, 29). ¡Menuda frase conflictiva esta! Pero quizás no lo sea tanto... si se usa el sentido común.

Esta frase puede tomarse en sentido literal o figurado. Si la tomamos literal, entonces tenemos que poner la mejilla (la de la cara, ¿quién lo está haciendo, eh?) pero además probablemente tendremos que cortarnos las manos y sacarnos los ojos (S. Marcos 5, 29-30). Esto es tal disparate que no admite discusión: no se puede tomar literalmente.

Si la tomamos figuradamente entonces ya no hay que poner la mejilla, y además conservaremos nuestras manos y ojos (¡menos mal!) pero entonces me surge una duda: ¿puede elegir cada uno cómo interpretar esas palabras de Cristo? Ya respondo yo: no, porque entonces estamos en el mismo punto que los protestantes, que como cada uno dice una cosa, no se ponen de acuerdo y van tirando cada cual por su lado fundando nuevas "iglesias".

La solución está en que del Evangelio no podemos tomar sólo frases aisladas literales, ni tampoco podemos interpretarlas "libremente" según nos convenga una cosa u otra. El Evangelio hay que tomarlo en su conjunto, para ver qué nos quería decir Cristo sobre cada tema en cuestión.

Cristo dice "poned la otra mejilla" pero también dice "sed astutos como serpientes" (S. Mateo 10, 16), y "sacudíos el polvo de vuestros pies"(S. Mateo 10, 14)... ¿Entonces? Pues con poner la otra mejilla, Cristo quiso enfatizar que no devolvamos mal por mal sino que amemos a nuestros enemigos  (en oposición a la horrible Ley del Talión que imperaba por entonces) pero a la vez quiere que no seamos unos parias ni mucho menos, sino astutos, y que tengamos dignidad cuando nos rechacen e insulten.

Aramis

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NOTA: En caso de duda o discrepancia con el magisterio de la Iglesia, acatamos siempre lo que diga la Iglesia. Pero con Iglesia nos referimos a la Iglesia (con mayúscula), no a cualquier cura de turno... u obispo... que de todo hay en la Viña del Señor.