Nada nuevo. Se veía venir. Al comprobar la deriva totalitaria del líder venezolano en todos los aspectos de su desgobierno, tarde o temprano la confrontación con la Iglesia católica era de todo punto inevitable. Ha pasado a lo largo de los siglos y seguirá pasando. Cuando los gobernantes se endiosan y se arrogan todos los poderes, cualquier barrera es derribada. La dictadura, el totalitarismo y el pensamiento único, es lo que se impone. En Venezuela, ha tiempo que el tirano Chávez y su régimen no admite otras libertades que las controladas por su omnímodo poder. Todo se hace en nombre del pueblo, pero sin el pueblo y la oposición es reducida al silencio, y como no cabe de otro modo la Iglesia-conciencia crítica del poder- ha chocado con el Gobierno de Chávez.
Chávez no se ha parado en barras. Con su lenguaje dogmático y demagogia barata y populachera, arremetió contra Cristo y su “embajador del pueblo”, el Papa. El único poder que el vicario de Cristo y sucesor de Pedro ejerce, es el poder espiritual, el de la paz, de la libertad y el de los derechos y dignidad de todos los hombres. Servir al pueblo y ni servirse del pueblo ha sido y es el lema del Papa y de la Jerarquía católica.