En Argentina acaba de aprobarse el matrimonio entre homosexuales. En España ya hace tiempo que se aprobó, con el regocijo de muchos. El gobierno cántabro de Revilla llega a enseñar que la familia “tradicional” genera violencia y es antidemocrática, como se recoge en una noticis de Religión en Libertad.  Más barbaridades no sé si se pueden decir. Viene bien citar unas palabras sobre el matrimonio que Mons. Carmelo Glaquinta, obispo emérito de Resistencia en Argentina, pronunciaba en una Homilía el domingo pasado, y que hoy publica la agencia AICA de Buenos Aires.

 
 

Buenos Aires, 15 Jul. 10 (AICA)

 
 

“La verdadera religión no se resuelve en teorías, por ortodoxas que sean, sino en comportamientos de vida nueva”, dijo monseñor Carmelo Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, en su homilía del domingo en la que se refirió a la parábola del Buen Samaritano, cuya aplicación “puede ser múltiple” debido a las tantas “situaciones de maltrato que el hombre sufre”.

     “Sin embargo -advirtió-, hoy, en la Argentina hay un hombre caído, que sería criminal no querer ver. Es el matrimonio, formado desde los orígenes de la humanidad por el varón y la mujer. Y que ha caído en manos de asaltantes, que están por matarlo con una ley inicua, que se intenta imponer a los golpes, al margen del sentir del pueblo argentino. Los asaltantes son muchos y provienen de varios sectores: de medios de comunicación, de partidos políticos, de intereses económicos”.

     Si bien reconoció que “el homosexual ha sido también un hombre caído en el camino, que no quisimos ver”, y que hay que “devolverle el respeto que merece”, el prelado sostuvo que “sería insensato cometer un atropello igual o peor, cual sería maltratar y matar al matrimonio que, por su naturaleza es exclusivo entre el varón y la mujer”.

     En ese sentido afirmó que “en una sociedad que se ufana de defender los derechos humanos, es escandaloso que sus legisladores pretendan suprimir irresponsablemente uno de los derechos humanos fundamentales”. Y recordó la Declaración de los Derechos del Hombre, “firmada en 1948, después de la hecatombe de los derechos humanos producida por el nazismo”, que establece el derecho “a casarse y fundar una familia” para todos “los hombres y las mujeres”, y a la familia como “elemento natural y fundamental de la sociedad”, que “tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.

 

Fuente: http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=22495&format=html

Estas reflexiones vienen bien para todo el mundo, católicos y no católicos, porque son verdades universales, de derecho natural.  Es verdad, como afirma, que el matrimonio ha caído en manos de unos asaltantes que pretenden imponer un nuevo orden mundial, recreando una normas totalmente al margen de una visión humanista de la sociedad, y no digamos nada de una concepción cristiana de la vida. Como buenos samaritanos debemos acercarnos al matrimonio “caído” en el camino para intentar salvarlo de los atentados recibidos. Tarea dura, pero necesaria.

Juan García Inza