Muchos santos han escrito su Autobiografía ya sea de un modo completo o solo una parte de su vida. Basta recordar a San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresa del Niño Jesús, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), Santa Gema Galgani, etc. Asimismo podemos destacar otros personajes menos conocidos que nos han dejado escrita su vida espiritual como por ejemplo el Beato Juan de Palafox, la Madre Ángeles Sorazu, la Madre María de San José, el P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios y también la Madre María Antonia de Jesús, que dentro de poco, al fin, podrá leerse en un libro impreso su Autobiografía, que lleva más de 300 años esperando que llegue la hora de ver la luz y conocer así una vida singular donde las haya.
Cuando uno entra en cualquiera de estas obras se encuentra con el autor tal cual es y lo que es más impresionante aún, descubre a Dios cara a cara, porque estos escritos son siempre la vida puesta en manos de Dios. Eso es una Autobiografía espiritual, la existencia de un alma que por un motivo u otro se pone a escribir lo que vive, lo que reza, lo que le dicen, lo que espera, lo que llena su vida, lo que sueña, lo que le ayuda, lo que sufre, lo que recibe, lo que da, lo que no entiende, lo que le preocupa, lo que … obra Dios en quien se abandona en sus manos de Padre.
Leer cualquiera de estas biografías escritas en primera persona es adentrase en el mundo interior de aquel que ha puesto todo en el Hijo de Dios. Cristo toma a la persona, la persona se deja y lo que sucede entre Dios y el alma queda reflejado en las mejores páginas de la historia de la espiritualidad cristiana. Lo digo porque así lo siento. Y ahora que comienza un nuevo año es buen propósito buscar una Autobiografía espiritual y leerla con calma para que esa experiencia de Dios se haga conocida, cercana y motivadora para cambiar nuestro modo de vivir. Cuando leo a San Ignacio, a Santa Teresa, a la Madre Ángeles Sorazu y ahora de modo especial a Madre María Antonia de Jesús, mientras preparo con gran ilusión y empeño la edición de su Autobiografía, me lleno de Dios, disfruto, gozo, me recreo, me uno en intimidad con quien comparte su vida conmigo para que aprenda a abrir mi alma cada día más a Dios. Y cuanto más leo Autobiografías más confirmo esta experiencia. Es algo único, entrañable y alentador en la vida espiritual. Es dejar que alguien te dé la mano para decirte con mucha delicadeza: “mira, yo he caminado por aquí, ahora te toca a ti”. Es difícil o fácil depende del momento personal y espiritual en que uno se encuentre, pero lo que no se puede dudar es que Dios habla en estos escritos que tanto han ayudado a muchos lectores para ir hacia el Amor verdadero hecho carne para salvarnos.
Vamos a poner un ejemplo práctico y muy actual: la Autobiografía de Sor María de Jesús de Ágreda. Reciente y especial. Hace pocos meses que ha sido publicada en una nueva edición renovada y en la que hay que tener en cuenta que ella solo escribe el inicio; el resto lo compone Eduardo Royo. Por eso digo que es un caso reciente y especial. Esta obra la prepara y publica el capellán de las concepcionistas franciscanas de Ágreda a inicios del s. XX. Conoce como nadie los escritos y los Procesos de beatificación de la Madre Ágreda. Con maestría singular da cuerpo a toda la vida de Sor María así como su relación especial con los moradores del cielo, las almas del purgatorio, el miedo que le tienen los demonios, su inserción en la Iglesia y la vivencia de las virtudes en su progreso de vida espiritual a través de una trama perfecta de textos que entresaca de la Mística Ciudad de Dios, Las Sabatinas, Las leyes de la esposa, La Escala para subir a la perfección, El Jardín espiritual, las Cartas y las declaraciones de los testigos que conviven con la mística del Moncayo. Todo ello da lugar a una obra singular que comienza a escribir Sor María, pero que al morir no puede ir más allá de sus años de infancia. Nadie en aquel momento pensaría que 250 años después todo queda completado y puede ser leída para unirse a esa larga lista de Autobiografías que nos ayudan a ver de cerca el paso de Dios por nuestras vidas a la luz del Espíritu Santo.
Este caso y cualquiera nos sirve para que quien lea estas líneas pueda animarse a escribir su vida por dentro, su modo de oración, sus deseos, sus dificultades, sus alegrías, sus relaciones personales, su proyecto de vida. A fin de cuentas no hace sino dejar que Dios entre en su más íntimo ser como en aquellos que tienen por meta a Dios y no buscan sino llegar al encuentro con el Padre, que abre sus manos al hijo querido como San José que cuida del Niño recién nacido, y con el Hijo, que nos da todo su amor hecho Niño en Belén, y con el Espíritu Santo, que llena a la Virgen María e inspira un camino nuevo a seguir . Y de paso, ya que estamos en Navidad y sabemos que acaba de publicarse una autobiografía muy especial [Vida de Sor María de Jesús de Ágreda], podemos tenerla en cuenta a la hora de escribir la carta a los Reyes Magos.