Hay libros que desde el primer capítulo muestran que lo que queda por delante va a ser muy interesante. Esto ha vuelto a repetirse hace pocos días cuando empiezo a leer un libro que muchos pueden calificarlo de novela histórica, pero de eso nada, es todo verdad y de la buena. Es pura historia, historia que muchos desconocen porque no se enseña en los colegios y otros la tergiversan. Como dice un amigo profesor de historia, “la historia es lo que es” y este libro es buena muestra de ello. Narra unos meses cruciales en la historia de España que todos deberíamos conocer a fondo, ¡la Cruzada española! En este caso se centra en un caso concreto, la ciudad de Toledo. Paso a paso podemos seguir cada día y cada hora desde el 20 de julio hasta la liberación del Alcázar. Luego se añaden otros capítulos hasta llegar al final que relata con sumo realismo la última muerte en Toledo una vez libre del asedio republicano. No digo ni quién es el que muere el último ni el día, queda en suspense, como si fuera una novela. Pero repito: no es novela, ¡es historia de España! Y otro dato más antes de seguir; el día que termino la lectura coincide con la fecha final de este relato que en más de una ocasión me ha emocionado y casi hecho llorar.

Sí, cuando uno lee este libro descubre muchas historias, todas a cual más singular. Y son historias que calan en el alma. Sacerdotes, religiosos y laicos son asesinados a sangre fría por ser lo que son, hombres de fe y defensores de la verdad. ¡Son católicos que viven su condición hasta el final! ¡Lo único que les importa es la vida del cielo! ¡Son muchos, más de 100 sacerdotes y religiosos! ¡Casi todo el clero de la ciudad termina derramando su sangre por las calles de esta ciudad martirial! ¡Y cuántos laicos por ser miembros de asociaciones religiosas terminan igual! ¡Esto no se puede ocultar a las nuevas generaciones que van a clase a los colegios! Ahora leen libros que es mejor desterrar lo más lejos posible, Las lágrimas de Shiva y La catedral (Mallorquí) y Nada (Teller) entre otros. Eso leen… ¿Y para qué? ¡No se forman! ¡No maduran! ¡No ven a Dios! ¡Pidamos para que tengan lecturas que les muestren lo que sucede cuando Dios desaparece del horizonte de una persona y de una sociedad!

En el libro del que hablamos Dios está presente de principio a fin. ¡Y es quien gana! ¡Dios siempre vence! ¡Siempre!  Hay una frase que se repite en casi todos los capítulos: ¡Viva Cristo Rey! Son las palabras que dicen antes de morir aquellos que son asesinados por odio a la fe. Lo gritan con todas sus fuerzas, porque saben que es quien les espera en la vida eterna, la que no se muestra en esos libros que hoy hacen leer a los adolescentes. Les muestran todo lo contrario. Les introducen en la vida de tinieblas de aquellos que se dejan llevar por esos mismos ideales que durante la década de los años 30 del siglo pasado provocan la mayor matanza de católicos de la historia de la Iglesia. Así es la historia de España, llena de luchas, de guerras, de batallas, físicas y también espirituales. Ahí tenemos toda esa estela de santos que ha dado a la Iglesia nuestra querida España.

Hay páginas con las que se puede rezar al quedar desconcertado por lo que dicen los escogidos por Dios para ser mártires, testigos de Dios, hombres cargados de virtudes que dan todo por ese Dios que da todo en la cruz. ¡Cristo vence en la cruz! ¡Cristo perdona todo en la cruz! ¡Cristo es Rey en la cruz! Es la fuente de la que beben todos, por eso no tiemblan cuando son detenidos y llevados al martirio. Da igual la edad o la condición. Encontramos jovenzuelos que apenas llegan a los 18 años y sacerdotes que rondan los 90. Hay uno que no es asesinado por contar sólo 16 años; quiere ir con su hermano mayor al martirio, pero de malas maneras lo llevan de nuevo a la cárcel. Y si hay algo que me llega hasta lo más profundo, unido a este chaval que acabo de recordar, es la historia de mis hermanos, los mártires carmelitas descalzos. La comunidad se disgrega por la ciudad; y repartidos en varios días, según son “cazados” en sus refugios, mueren fusilados por ser frailes, es el motivo de su condena… La mayoría termina en la misma pared de su casa, ese convento donde hace pocos días han celebrado con toda solemnidad a la Madre y Reina del Carmelo, la Virgen del Carmen. Están preparados, la Virgen los cubre con su capa blanca y les espera en el cielo. Son testimonios de vida que dan mucha luz, fuerza y paz al saber que tenemos tantos intercesores en el cielo.

¡Cuántos mártires! ¡Cuánta sangre! ¡Cuánta fe!

¡Cuánto tenemos que aprender de ellos!, de lo que sucede en Toledo durante dos meses largos. Y si vamos al Alcázar… Eso es ya para callar y decir: ¡Gracias! ¡Muchas gracias Héroes del Alcázar que pusisteis todo en la Madre de Dios, la Virgen Inmaculada que protege hasta el final ese lugar! ¡Eso es querer a Dios y a España! ¡No ceder nunca por Dios! ¡Nunca! Dios lleva la historia y cuando todos daban por perdido el Alcázar, se muestra que nadie puede contra Dios, ¡porque el Alcázar resiste! Resiste porque hay hombres de fe que lo único que piden es un sacerdote para celebrar la misa y bautizar a los niños que han nacido durante el asedio. Viven sin eucaristía, pero en oración. ¡El poder de la oración es infinito! ¿Alguien lo duda? Pues quien crea que todo esto es una simple novela histórica y que no es verdad, que se acerque a la verdad y lea el último libro de Jorge López Teulón: Mártires a la sombra del Alcázar de Toledo. Ojalá algún profesor de historia lo recomiende a sus alumnos.

¡Viva Cristo Rey!