Aprender a discutir en pareja
Muchas veces tenemos poco dominio en lo que decimos, por el escaso esfuerzo que hemos empleado en manifestar lo que conviene o por callar lo que no conviene.
Éste es uno de los motivos que han hecho romper a muchas parejas: hablar
única y exclusivamente guiados por los sentimientos en
momentos emocionalmente negativos, con una gran incontinencia
verbal.
Parece que si no lo decimos las cosas no quedaran claras.
Y con las ideas cargadas, parece que eso que en ese momento estoy viendo con una claridad grande es la verdad más pura. Lo veo clarísimo. Y lo decimos y en el momento de decirlo nos damos cuenta que no deberíamos haberlo dicho. Ha sido peor que si me hubiera callado. Pero ya está dicho.
Cuando veamos que tenemos que decir algo de una manera clara, rotunda, tenemos que tener la fuerza de voluntad de callarnos. Es difícil, pero se puede.
Esa idea no se va a la cabeza, se va directamente al corazón, como un sentimiento negativo que es difícil de quitar. No es una cuestión de inteligencia,son sentimientos.
Ya se que lo que decía no se lo cree, ni lo piensa, pero lo ha dicho.
Hay está el problema en quitar ese LO HA DICHO del corazón.
Y es que, aunque luego nos arrepintamos, lo que hemos dicho está hiriendo al otro machaconamente. Le resulta muy difícil quitárselo de la cabeza, dejar de darle importancia.
En las discusiones de pareja hay que saber hacerlo con el freno de mano echado, no diciendo todo lo que nos viene a la cabeza,. Tiene uno que saber que está discutiendo con una persona con la que luego se tiene que reconciliar.
En muchas ocasiones, las personas queremos perdonar.
Siempre podemos, pero se nos hace mucho más difícil por lo
que nos han dicho, por la forma, por las expresiones utilizadas,
y eso queda en la cabeza y vuelve como un pensamiento obsesivo
que nos sume en un estado de tristeza y a veces de impotencia.
En estas situaciones, al hablar con los dos miembros de la
pareja, ellos afirman desesperanzados que se podrían perdonar,
pero que no van a ser las cosas como antes, que es imposible,
porque «…¡Con lo que nos hemos dicho! ¿Cómo voy a
olvidarlo?».
Probablemente con el tiempo se olvide o, al menos, se apacigüe
la carga emocional, pero… ¡qué bien estaríamos si no
nos hubiéramos dicho lo que nos hemos dicho!
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