He visto esta semana el último episodio del programa de entrevistas que hace Jordi Évole, me interesaba porque toca un tema que es para mí motivo de mucha preocupación y de mucho trabajo de acompañamiento: la pornografía.
El programa fue muy crudo, no recomiendo verlo, y pone de manifiesto la realidad del mundo de la industria pornográfica, estaba dedicado a una entrevista a Nacho Vidal. Este hombre fue en su tiempo uno de los actores porno más conocidos del mundo. Él, como la pornografía, ha sido muy mitificado: hombre al que pagan mucho dinero por trabajar teniendo sexo con cientos de mujeres. Hay que ver la realidad verdadera detrás de todo esto y nada mejor que él mismo lo haya hecho.
En la entrevista, Nacho Vidal, que se encuentra en un centro de rehabilitación, admite muchas cosas: haber tomado pastillas y recibido pinchazos de testosterona para grabar; haber pasado por cientos de enfermedades de transmisión sexual; padecer en la actualidad el Síndrome de Retier, que le obliga a tener que pincharse morfina y opiáceos para el dolor; que lo que ven de violencia y vejación en la pornografía lo imitan los chicos jóvenes; admite que lo que se ve en la pornografía no es real; admite que se gana muchísimo dinero; dice que no le recomienda a nadie que se dedique al porno, especialmente porque lo grabado queda ahí para siempre; admite estar recibiendo ayuda psiquiátrica por depresión; admite haber sufrido ataques de ansiedad y de pánico; admite haber consumido drogas y mucho alcohol en su vida; admite haber tenido adicción al sexo, señala episodios de masturbación compulsiva durante 8 a 12 horas; señala sus problemas de egolatría y narcisismo; habla de un mundo de fiestas y eventos con todo el mundo colocado; admite fumar veneno de sapo como “medicina ancestral”, este hecho se hizo famoso porque en una ocasión un hombre murió en su casa a causa de la realización de dicha práctica.
Puesto todo esto a la luz, hay que decir la verdad: la industria pornográfica es una trituradora de carne humana. Tanto de los consumidores como de los actores y actrices. El rollo blanqueador que hay a través del lenguaje y del discurso de que es “un trabajo como otro cualquiera” es simplemente una falsa patraña. No es difícil encontrar en una búsqueda rápida en Google cómo hay muchísimos casos similares a los de Nacho Vidal, de vidas rotas por las adicciones dentro de este mundo. Hay estadísticas que señalan a tasa de suicidio es altísima entre hombres y mujeres dentro del mundo de la pornografía.
¿Qué perfil de personas entran en este mundo? Hombres y mujeres en busca de mucho dinero rápido, el cual realmente se consigue, favorecido por la aparente valoración del físico que les muestra la industria cuando llegan; esto, para quien tiene dañada la autoestima, es un engaño muy peligroso que fácilmente puede arrastrarle. Quizás alguien a tu alrededor está ahora mismo viendo un vídeo pornográfico en el que aparece un hombre que tiene serios problemas de adicción, o una mujer que ya está muerta.
La adicción a la pornografía arruina las vidas de los consumidores también. Familias que se rompen, personas que se arruinan y pierden su trabajo, etc. Está también detrás de terribles delitos. No todo consumidor de pornografía será un violador, pero todo violador consume porno y ello es una de las causas, no la única, que le empujan a cometer sus atrocidades. Recuerdo una noticia que apareció en medio de comunicación que hablaba de un chico menor de una “manada” que había abusado de una joven también menor; al ser preguntado sobre por qué lo hizo su respuesta fue: “En los vídeos parece que les gustaba”. Es la realidad. La sociedad se escandaliza de consecuencias de lo que por otro lado no se deja de promover.
La industria del porno mueve millones y millones de euros, ¿a costa de qué? De destrozar vidas: las de quienes prestan sus cuerpos para ello, que además están contribuyendo y son causantes de romper también las de los consumidores.
Solo puedo terminar alertando a quien lea esto que no caiga en la trampa de creer que la pornografía es algo normal, inocente y que no hace daño. Y si estás enganchado o conoces a alguien que lo está, no lo dudes: solo se puede salir pidiendo ayuda a alguien de confianza. Solo no se puede.