Benedicto XVI está cansado. A sus ochenta y tres años hay que sumarle el agotamiento que supone llevar el peso del gobierno de la Iglesia. Cuando no es el Gobierno belga, que se comporta peor que los dictadores bananeros, es el Tribunal Supremo de Estados Unidos, un escándalo de pederastia u otro de economía. Bastaría para tener a cualquiera bajo mínimos.
El Papa está cansado, pero su espiritualidad no sólo le mantiene a flote, sino que le permite gobernar la Iglesia con esa línea suya de humildes e incesantes pequeños pasos. A veces, no tan pequeños. Al cambio en la Congregación encargada del nombramiento de obispos –Ouellet sustituye a Re– han seguido otros. Ante todo la inesperada creación del Consejo para la Nueva Evangelización. Después, la sustitución en Ecumenismo del alemán Kasper por el suizo Koch. No tardarán en ser sustituidos los prefectos de las Congregaciones del Clero (Hummes) y de los Religiosos (Rodé). A Hummes lo trajo Benedicto XVI desde Sao Paulo, pero a Re, Kasper y Rodé se los encontró allí. Con algunos, las relaciones no han sido tan satisfactorias como deberían.
Ahora se puede decir que el Papa tiene realmente su equipo. Como cargos de relevancia heredados de la etapa anterior sólo quedarían Grocholewski (Educación) y Rylko (Laicos), éste último muy apreciado por Benedicto XVI, que lo elevó al cardenalato. Hay que pedir a Dios que le dé al actual Pontífice mucho tiempo de vida para que estos cambios puedan producir sus frutos.
El Papa está cansado, pero su espiritualidad no sólo le mantiene a flote, sino que le permite gobernar la Iglesia con esa línea suya de humildes e incesantes pequeños pasos. A veces, no tan pequeños. Al cambio en la Congregación encargada del nombramiento de obispos –Ouellet sustituye a Re– han seguido otros. Ante todo la inesperada creación del Consejo para la Nueva Evangelización. Después, la sustitución en Ecumenismo del alemán Kasper por el suizo Koch. No tardarán en ser sustituidos los prefectos de las Congregaciones del Clero (Hummes) y de los Religiosos (Rodé). A Hummes lo trajo Benedicto XVI desde Sao Paulo, pero a Re, Kasper y Rodé se los encontró allí. Con algunos, las relaciones no han sido tan satisfactorias como deberían.
Ahora se puede decir que el Papa tiene realmente su equipo. Como cargos de relevancia heredados de la etapa anterior sólo quedarían Grocholewski (Educación) y Rylko (Laicos), éste último muy apreciado por Benedicto XVI, que lo elevó al cardenalato. Hay que pedir a Dios que le dé al actual Pontífice mucho tiempo de vida para que estos cambios puedan producir sus frutos.