Informa la edición sabatina de El País, siempre bien versado por lo que a las intenciones del Gobierno se refiere, que la reseña correspondiente a Francisco Franco Bahamonde será eliminada de la sección de la web de Moncloa en la que se glosa la figura de los antecesores de su actual inquilino, encabezada por Víctor Damián Saenz que lo fue en 1823 por apenas trece jornadas, y hasta nuestros días.
 
            Para información de Vds., transcribo a continuación lo que todavía se puede leer en la web en cuestión sobre la figura de quien gobernó España durante cuarenta años, entre otras razones, por la incomparecencia, la cobardía y la claudicación del partido político que a día de hoy, setenta y un años después de terminada, quiere ganar no ya una guerra, sino lo que es aún más más osado, una postguerra en la que, a pesar de su larga duración, cuatro décadas, ni siquiera participó:
 
            “Francisco Franco Bahamonde. Militar y político español (Ferrol, 1892-Madrid, 1975). Nacido en el seno de una familia de la clase media de Galicia vinculada con el ejército, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo (19071910) y participó activamente en la guerra de Marruecos, donde fue herido de gravedad (1916) y ascendido a comandante por méritos de guerra. Con esta graduación, y a las órdenes del general Ricardo Burguete, gobernador militar de Oviedo, tomó parte en la represión de los sucesos revolucionarios de Asturias (1917).
            De regreso a África, fue ascendido a teniente coronel (1923) y comandó el Tercio de Extranjeros, con el que se distinguió en las acciones militares y fue ascendido al rango de general (1925). La conclusión de la campaña de Marruecos hizo que el general Primo de Rivera le confiara la dirección de la reorganizada Academia General Militar de Zaragoza (19281931), hasta que fue clausurada por la II República. Nombrado comandante militar de Baleares (1934), fue llamado por Diego Hidalgo, ministro de la Guerra, para sofocar los nuevos levantamientos revolucionarios en Asturias (1934), y tras este cometido se hizo cargo de la jefatura del Estado Mayor Central (1935).
            La victoria electoral del Frente Popular (1936) marcó su alejamiento de los círculos militares republicanos, y su destino como gobernador militar de Canarias, donde poco después brindó su apoyo al golpe de Estado dirigido por los generales José Sanjurjo y Emilio Mola contra la II República, que desencadenaría la Guerra Civil española. Al frente del denominado Ejército de África se sumó al alzamiento, y después fue nombrado jefe del Estado y generalísimo de los ejércitos por la Junta de Defensa Nacional que el Gobierno golpista había creado en Burgos (1 de octubre de 1936).
            La victoria definitiva del ejército de Franco (1 de abril de 1939), en gran parte merced a la ayuda militar y logística de Alemania e Italia, fue el preludio de una dura represión contra los republicanos vencidos, al tiempo que comenzaba el proceso de institucionalización de un régimen corporativo y dictatorial.
            El comienzo de la Segunda Guerra Mundial planteó un grave problema al nuevo gobierno, porque sus aliados durante la Guerra Civil española presionaron para que España se implicara directamente en el conflicto. España se mantuvo formalmente neutral, aunque el envío de la llamada División Azul, para combatir con las tropas alemanas en el frente oriental europeo, provocara las posteriores represalias de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial, que marginaron a España de la ONU y de los beneficios económicos del plan Marshall destinado a la reconstrucción de Europa.
            El aislamiento del régimen -cuyo hito más importante fue la Ley de Sucesión (1947), que definió a España como una monarquía católica, social y representativa, y confirmó al general Francisco Franco como jefe vitalicio del Estado- comenzó a romperse en los años 19501960, cuando el Gobierno franquista negoció con EE UU el establecimiento de bases militares conjuntas en territorio español (1953), y la ONU admitió a España como nuevo Estado miembro.
            Superada la difícil transición del bloqueo y del aislacionismo internacionales, la economía inició también una etapa de estabilización y de liberalización que permitió la puesta en marcha de los planes de desarrollo a partir de 1963. Durante la década de 1960 se inició también el auge de la industria del turismo que, poco a poco, iba a introducir profundos cambios sociales en la España franquista. El desarrollismo económico se convirtió en la ideología del régimen, al tiempo que se iniciaban intentos de apertura política, como la Ley de Prensa (1965), que introdujo una mayor flexibilidad en la censura hasta entonces imperante; Ley Orgánica del Estado (1966), que estableció la separación de los cargos de jefe de Estado y de gobierno, aunque Franco siguió concentrando ambos en su persona, y la designación del príncipe Juan Carlos de Borbón como su sucesor (1969), sentando las bases para la transición a la monarquía.
            Mientras tanto, el creciente malestar político y social se ponía de manifiesto en las protestas de obreros y estudiantes, sobre todo a raíz del proceso de Burgos contra un grupo de miembros de la banda terrorista vasca ETA.
            Franco decidió ceder la jefatura del gobierno al almirante Luis Carrero Blanco (1973), en lo que parecía ser una opción continuista del régimen, truncada poco después al ser asesinado Carrero por un comando de ETA. El atentado desencadenó un proceso de crisis, debilitado también por la avanzada edad del dictador. Carlos Arias Navarro (1974), nuevo presidente del Gobierno y hombre de confianza de Franco, tuvo que hacer frente al desbordamiento del régimen en diversos frentes, pero la timidez de sus medidas aperturistas no consiguió encauzar unas demandas políticas y sociales que desbordaban ya los estrechos cauces del franquismo. La enfermedad obligó a Franco a ceder las funciones de jefe del Estado al príncipe Juan Carlos de Borbón (1974 y 1975), primero temporalmente, y ya de forma definitiva cuando los problemas de salud acabaron con el fallecimiento del dictador (20 de noviembre de 1975), tras una larga agonía.
 
            Ignoro en qué manera se piensa omitir la presencia de Franco en la web de Moncloa. No sé si hará por la vía de pasar directamente de Juan Negrín, quien le precede en la misma, a Luis Carrero Blanco, quien le sucede en ella; no sé si se omitirá también la figura de éste último y, ya puestos, la de Carlos Arias Navarro, Torcuato Fernández Miranda y Fernando de Santiago y Díaz de Mendívil (que también aparece) para pasar a la de Adolfo Suárez... No sé si también se omitirá a este último para pasar de Negrín a González eliminando toda referencia a cualquier presidente que no pertenezca al pesoísmo, en cuyo caso me pregunto si se omitirá también la figura del Sr. Aznar para que todo quede en un gracioso mano a mano Felipe-Zapatero. Y a lo mejor hasta nos explican, igual que nos dijeron que quien creó en España la Seguridad Social fue él, que fue Felipe González quien gobernó este país desde 1939 hasta 1994.
 
            Se haga lo que se haga, se trata de un nuevo atentado contra el sentido común y un nuevo homenaje al modo en el que desde el pesoísmo rampante, sectario, incompetente e ignorante que nos gobierna, se aspira a escribir la historia, que no es otra que a golpe de decreto y sustituyendo la participación de los historiadores por la de los políticos... pesoítas naturalmente, faltaría más.
 
            Pobrecitos, son tan ignorantes que seguramente ni conocen que algo parecido ya intentó, haciendo un sonor ridículo por cierto, Stalin, cuando de las fotos que se hacía con los componentes de sus equipos, iba mandando eliminar a todos aquéllos que iban cayendo en desgracia (y en la URSS la caída en desgracia se pagaba con la vida), hasta existir alguna foto compuesta inicialmente de diez o quince personas en las que los primeros técnicos de photoshopping de la historia, -el writting-shopping quedará para el pesoísmo-los soviéticos, reconstruyeron paso a paso, hasta que junto al mayor tirano de la historia, el Sr. Stalin, apenas quedaron dos o tres camaradas.
 



 
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