Este fin de semana ha estado marcado por las ecografías que se ofrecerán (ojo, ofrecerán, que ni siquiera es obligatorio) en Castilla y León a las embarazadas que quieran abortar.
En todos los medios de comunicación y redes sociales una auténtica horda de brujas, (aunque también algunos varones) se ha rasgado las vestiduras y se ha lanzado al ataque más furibundo. No había visto semejante avalancha de odio, injurias, insultos, exabruptos y maldiciones desde el no muy lejano tiempo donde los no vacunados eran monstruos asesinos que iban a precipitarnos al apocalipsis final.
Vamos a agrupar los argumentos que he ido leyendo:
“Los derechos de las mujeres”. Aquí es donde entra la maldad intrínseca del feminismo, que ha convencido a muchas de que tienen derecho a abortar y nadie está dispuesto a renunciar a un derecho adquirido. Esto ocurre siempre: cuando a la gente que tenía esclavos les quitaron ese derecho les debió de doler mucho; y por poner un ejemplo cotidiano, ¿cuántas veces estás haciendo un favor a alguien y cuando dejas de hacérselo lo reclama como derecho y de malas maneras?
La palabra 'derecho' es de esas palabras que justifican absolutamente cualquier cosa, una palabra talismán, como inclusivo, sostenible… En realidad Kissinger en su famoso informe ya lo dijo hace muchos años: no vamos a justificar el aborto diciendo que queremos disminuir la población, vamos a decir que la gente tiene que tener derechos reproductivos, y con eso abortarán felices pensando que son libres cuando están siendo utilizados, manipulados y aniquilados. Les salió la jugada estupendamente.
Maldito feminismo, ahora todo es por el bien de las mujeres, por defenderlas, se les llena la boca, pero la realidad, la terrible realidad es que nunca hemos sido tan atacadas como ahora, tan cretinizadas, tan infantilizadas, tan codificadas, tan infelices, tan amargadas.
El feminismo actual es a la defensa de la mujer lo que BLM es a la defensa de los derechos civiles de los negros de Martin Luther King, una burla satánica.
“El debate ya no es la humanidad del feto”. Es verdaderamente sorprendente que ya no hay tapujos:
“¿Qué derecho se conculca ofreciéndole a un matador de toros escuchar los latidos del toro que está a punto de asesinar? Probablemente ninguno, simplemente no ha lugar. (Y, salvando las distancias entre lo doloroso de una de las acciones y la satisfacción que parece produce la otra)”
O sea que saben perfectamente que están acabando con una vida humana, y lo admiten sin tapujos, y no solo eso, parece que les produce satisfacción. Se acabó la época en la que decían que no era un ser humano, eso ya no es importante, lo es, pero da igual, es mi derecho. Muchas dicen que ellas ya saben perfectamente lo que tienen dentro, que no las tomemos por tontas.
“Oír el latido las culpabiliza es una tortura, es sadismo” En este mundo tan irracional que vivimos en los que los certámenes de belleza femeninos los ganan varones nada puede ya sorprendernos. ¿Cómo va a ser una tortura uno de los momentos más importantes en la vida de una mujer (y de un varón) que es oír los latidos y ver moverse la vida que hay dentro de ti? Me recuerda al famoso cuento de ‘El corazón delator' de Edgar Allan Poe que titula el artículo.
“¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí… ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!”
Y termino con dos argumentos que siguen viniendo a cuento aunque los haya dicho mil veces.
El primero es que una mujer cuando se queda embarazada sabe que está embarazada de un hijo y, por lo tanto, cuando aborta también sabe que aborta un hijo. Pero como el aborto es una “decisión”, y lo pongo entre comillas porque es más bien una huida hacia delante, que se toma en una situación de agobio y con muchas presiones, el ver a ese bebé que sabes llevas dentro te ayuda a salir de esa situación de crisis y de obcecación y ver la realidad que estaba nublada por la ideología imperante.
El segundo lo dice muy bien Mns. Reilly
“La realidad es que la cultura de la muerte es tan amplia que no se puede parar con leyes. Hacen faltan las leyes, la educación y hay que hacerlo, pero cuando llegas al punto en que le dicen a la personas que es un niño y no les importa, aquí ya hay otro problema. Es la cultura de la muerte y oscuridad que ha caído y está barriendo los corazones y mentes de las personas y las naciones. La mentalidad que barre el mundo es tal que está más allá del poder humano para cambiarlo. Necesitamos la ayuda de Dios.”
Pues así está el panorama que nos ha tocado vivir, las leyes son importantes y hay que intentar cambiarlas claro que sí, pero solo Dios puede librarnos, solo Dios puede cambiar los corazones, esta batalla no solo es legal, que también por supuesto, es espiritual. Oremos por la vida y vayamos uno a uno a anunciarles el Evangelio de la Vida para que Dios habrá sus ojos y sus corazones a la verdad.