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EVANGELIO

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole:
«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dice:
«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:
«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

Palabra del Señor.

Por miedo.

Podríamos decir: ¿por qué les llama hombres de poca fe, cuando estaban confiando en Su poder para mitigar la fuerza de las olas? En la llamada a Jesús demostraban su confianza en que Él les salvaría.
La respuesta parece que está en el miedo que experimentan. Sólo hay un miedo que es adecuado a nuestra fe, y es el temor de Dios. El miedo a alejarnos de Él. Y sin embargo en esto, a veces nos dejamos llevar por presiones desordenadas que sí pueden hacer perecer nuestras almas y no experimentamos ningún miedo. Tengamos verdadero miedo a lo que pone en peligro nuestra alma.

Aterrizado a la vida matrimonial:

Lucas: Cariño, ayúdame urgentemente, por favor.
Pilar: ¿Qué necesitas?
Lucas: Desde que me dijiste que no tienes ganas de vivir, estoy muy dolido contigo, porque es como decirme que no soy un don para ti sino una piedra en el zapato. Esto me está llevando a tener pensamientos oscuros contra ti, y no quiero permitirlo. Quiero experimentar un deseo enorme de seguir entregándome a ti porque aprecio el valor que realmente tienes.
Pilar: Te comprendo, Lucas. Fue realmente feo lo que te dije anoche, y te pido perdón. Estaba movida por mis pasiones que eran contrarias al amor de Dios. En realidad, tú eres muy importante para mí, y no puedo vivir sin ti. A veces me haces daño y tiendo a magnificarlo. Pero no tengas miedo, intento estar muy cerca de Dios y Él me devuelve siempre al buen camino. No confíes en mí si no me lo merezco, pero confía en Él que está entre nosotros y contamos con Él y con Su poder.
Lucas: Gracias Pilar. Me quedo mucho más tranquilo. Confío en el Amor de Cristo y por Él confío también en ti.

Madre,

Nos cuesta navegar movidos por el amor cuando hay oleaje, pero que las tormentas no nos hagan sucumbir sino que siempre confiemos en el Señor. Amén.