SACERDOTES ALEGRES
Juan García Inza
La alegría en el sacerdote no es un añadido, una táctica, una técnica, un recurso ficticio, la alegría en el sacerdote es una necesidad, una consecuencia de su vocación. Naturalmente hablamos de la alegría virtud, no de la simple euforia pasajera. Un sacerdote alegre es un apóstol eficiente.
En la novela de Cronin “Las llaves del reino”, se nos narra la historia de un sacerdote en China. Comienza uno de sus capítulos diciendo: “El corazón del sacerdote se llenó de alegría. ¡Ah, Señor!-. Se dijo- ¡La bondad y la tolerancia! Con estas dos virtudes, ¡qué maravilloso sería el mundo!”.
El sacerdote debe ser bondadoso, poner buena cara, comprensivo, amable, acogedor… Cuesta un poco a veces, pero es imprescindible si queremos abrir caminos de santidad. La tolerancia evita ser tajantes, exigentes, implacables, jueces sin alma, verdugos sin corazón… ¡Qué maravilloso sería el mundo si nos decidiéramos a sonreír, a tender manos que trasmiten paz, comprensivos con las flaquezas ajenas, guías que abren caminos en una selva abrumadora y despiadada! Esta labor no es solo del sacerdote, pero el sacerdote tiene que prodigarse en ofrecer salidas y abrir cepos, soltar amarras. ¡Ojalá los corazones de los sacerdotes se llenen de alegría en momentos de prueba como el que estamos viviendo! Serla entonces posible la esperanza.
La Madre Teresa de Calcuta valoraba especialmente la alegría, y se lo inculcaba así a sus monjas: Un Sí de todo corazón a Dios y una gran Sonrisa para todos… Y me perece que estas dos palabras, son las únicas que hacen que siga adelante. Como dice uno de sus biógrafos “Una gran sonrisa para todos” no significaba que Madre Teresa estaba de acuerdo con todos. Aunque acogedora y cariñosa, a veces podía ser firme y exigente con sus hermanas y amigos.
Los santos han sabido siempre compaginar la seriedad, y hasta las exigencias, con la amabilidad y el buen humor. De lo contrario sus vida habría sido incomoda y poco atractiva.
En el libro “Maestro de buen humor”, se destaca la alegría que siempre prodigaba a su alrededor San Josemaría Escrivá. Dice el autor: Hacer el juglar de Dios era actuar en público personificando una anécdota, haciendo reír, imitando un gesto, caricaturizando una actitud, si eso podía ser el vehículo para transmitir gráficamente algunas enseñanzas espirituales…Lo divino y lo humano harán una sola cosa en su palabra, se fundirán en el fuego, amor de Dios, cariño humano, afecto desbordante que irradia su persona… (Págs. 134 y s.).
En estos momentos se están planificando en las Diócesis y Parroquias los planes pastorales para este curso. Seguro que se ofrecerán programas sugestivos, objetivos inéditos, propuestas originales…Todo es poco para intentar llevar las almas a Dios, pero ¿no sería bonito y práctico proponer una pastoral de la alegría, del buen humor, de la amabilidad, de la acogida sonriente, de la caridad sincera? Cáritas no es solo el bote de leche, el paquete de garbanzos, la ropa… Cáritas fundamentalmente es ofrecer al necesitado la cara amable de la Iglesia, y todos estamos necesitados del saludo simpático, la mano tendida, la palabra afectuosa y tierna.
Fiódor Dostoievski dijo: No busques premios, porque tú tienes una gran recompensa en esta tierra: tu alegría espiritual, que sólo el justo puede gozar.