Año del Señor 2018
23 de diciembre
Hola, buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LOS RUMIANTES NOS ENSEÑAN
Varias veces dice el evangelista Lucas, acerca de María: “Y María guardada todas estas cosas y las meditaba en su corazón”.
Bucear en esta actitud de María ante los Misterios que se suceden a su alrededor, nos es muy bueno en estos días de la Navidad…
Ella “guardaba”: “Alégrate llena de gracia”, o “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”, o “Dichosa tú que has creído”, o la visita de esos tres Magos con dones tan extraordinarios, o el canto de los ángeles: “Gloria a Dios en las alturas”… La vida de María se desarrollaba hacia adentro… No para entender a Dios, que la había elegido, sino para adorar cada vez mejor sus designios de Amor… María “rumiaba” todo lo que sucedía a su alrededor…
Esta palabra, “rumiar”, la entendí yo siendo muy niña. Mi familia solía ir los tres meses de verano a un pueblo de montaña huyendo de los calores de Madrid. Era entonces un pueblo, pueblo, con una carreterita de asfalto estrecha en mitad del pueblo y lo demás, saliéndose de ella, todo eran caminos de tierra que los hombres y los animales los habían creado con sus pisadas…
Se entiende que había aquí vacas, bueyes, ovejas, cabras y burros, y toda clase de animales de corral. Bajo la casa que alquilábamos había una ato de ovejas y cabras que toda la noche nos acompañaban con sus cencerros y sus ruidos característicos… Yo, una niña nacida entre asfalto, todo este mundo me maravillaba…
Recuerdo que lo que me admiraba grandemente era el rumiar de los bueyes que, quietos en el camino, esperaban pacientemente a ser cargados con troncos muy pesados o paja u otra cosa… Miraba sin cansarme ese masticar tan continuado de estos animales que, ¡me parecían enormes! y como con una gran majestad…
Me explicaron que eran rumiantes y que hacían su digestión en dos etapas: la primera masticaban y tragaban el alimento; y la segunda lo devolvían a la boca desde el estómago y la volvían a masticar…Así hacían con todo lo que comían, para completar su digestión…
Y ahora, después de unos cuantos años, me di cuenta que ese “rumiar” la Palabra de Dios es lo que nos pide la Iglesia en este tiempo fuerte…
María es nuestro ejemplo de cómo debemos hacer: primero, recibir la Palabra y “guardarla en el corazón”; y segundo: volverla a traer a nuestro meditar y “darle vueltas” hasta dejarnos envolver por Ella y transformarla en alimento propio…
Hoy el reto del amor es leer un rato la Palabra de Dios, guardándola en el corazón, y rumiarla, meditándola…
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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