Hoy, hace ocho años, el Papa Juan Pablo II canonizó al Padre Pío de Pietrelcina. Si bien es cierto que aún no tenemos suficiente perspectiva histórica para darnos cuenta del alcance de su santidad, los que le amamos intentamos conocerle cada día mejor y adentrarnos en su misterio. Toda una vida no bastaría para comprenderle en profundidad, pues si el Padre Pío era "un misterio para sí mismo", ¿qué será para nosotros?
"Te asocio a mi pasión", le dijo Jesús al vincularle de esa manera tan intensa a su Pasión a través de la estigmatización visible. Con el Padre Pío pasa algo parecido a lo que nos pasa con el misterio de la Pasión y Resurrección: nunca comprenderemos plenamente su alcance.
Hoy he tenido oportunidad de meditar de la mano del Padre Pío. Con los ojos del alma he intentado adentrarme en este misterio que es toda su vida, llena de sufrimiento, de amor, de grandes dones, de bellas anécdotas y de humor, un hermoso antídoto ante la inmensa trascendencia de lo que le fue dado vivir. Adentrarse en la persona y la espiritualidad del Padre Pío te sumerge en el abismo trascendente y amoroso de Dios. Ejerce una atracción en el alma y aumenta la fe. Te confirma la certeza de la posibilidad de la acción de Dios en tu vida concreta, y la abre a la esperanza.
Os invito en este día a conocerle un poco más, a través de algún libro o película, comenzar una novena, y experimentar de este modo, en primera persona, su acción en vuestras vidas.
¡Feliz día!