El continente europeo está experimentando un considerable suicidio cultural, especialmente en la parte más occidental. Existe una crisis de valores traducida en negación de la herencia cristiana, auge del secularismo intolerante y cierto materialismo que menosprecia la dignidad humana y hace peligrar nuestra libertad.
En general, no hay una fuerte cultura pro-vida extendida por el continente europeo, a diferencia de los Estados Unidos, donde obviamente, la proporción descentralizada varía en función del territorio (por ejemplo, Texas vs. Nueva York). Hay una férrea confianza en el liberticida Estado y avanza la cultura de la muerte.
Con la legalización del aborto en Irlanda se evidenció que en ningún territorio del Oeste europeo el no nacido puede encontrarse ya a salvo. Por otro lado, más de un Estado legalizará las prácticas eutanásicas, denegando así la dignidad de los enfermos y de las personas mayores. Recordemos también casos como el de Alfie Evans.
No obstante, hay una excepción en este contexto, que analizaré desde varias perspectivas. A día de hoy, la única nación que más resiste a la tendencia nihilista europea y que más orgullosa se siente hasta de sus valores religiosos es la polaca. Polonia es líder europea en profesión de fe (católica).
El apoyo a iniciativas pro-vida crece con diferencia, hay una gran solidaridad ante casos que pueden no afectar a su país, la causa pro libertatem lo considera tan importante como una baja fiscalidad, y sigue habiendo un gran clamor para ilegalizar el supuesto eugenésico de la ley abortista polaca.
Distinto es que, salvo excepciones, el partido que gobierna el país, el nacionalista-conservador Ley y Justicia esté poniendo "palos en las ruedas" a la reforma, satisfaciendo así a una minoría feminista irrelevante que no les apoyará, pero que está respaldada por George Soros, que quiere cargarse la cultura pro-vida polaca.
Tampoco debemos de olvidar que la Iglesia Católica polaca desempeñó un papel trascendental en la caída del comunismo, del ya extinto Telón de Acero. San Juan Pablo II fue una figura clave junto a Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y el sindicato Solidaridad era un sindicato tan pro libre mercado como católico.
No obstante, aparte del hecho de que el clero polaco sea más resistente a la deriva progre de la Iglesia Católica, de la que también es referente el Papa Francisco, también cabe señalar que no todos los voivodatos (provincias) polacos tienen unas tasas de profesión católica tan elevadas como uno se puede imaginar.
Según el Instituto Estadístico de la Iglesia Católica polaco y la empresa GIS-EXPERT, las diócesis con menor tasa de asistentes a misa dominical están en la franja occidental, a la que pertenecen los voivodatos de Pomerania del Oeste, Lubus y Baja Silesia, aparte del resto de Pomerania, Mazovia (donde está Varsovia) y Lodz.
Mientras tanto, los voivodatos de Subcarpacia y Pequeña Polonia son líderes indiscutibles en práctica religiosa. Las diócesis de Premysl, Rzeszow, Tarnow y Cracovia son los mejores indicadores de ello que uno puede encontrar en el mapa previamente indicado.
Pero es que los ciudadanos de esas zonas son los que, en el plano político-electoral, se decantan por aquellos políticos que a su juicio defenderán mejor las instituciones naturales, los valores católicos y la dignidad humana (distinto es que esos políticos puedan traicionales, como está ocurriendo con el partido de gobierno).
El caso es que, normalmente, Ley y Justicia (PiS) obtiene mejores resultados en las mismas mientras que en la parte más occidental, suele tener más respaldo la Plataforma Cívica, formación perteneciente al Partido Popular Europeo (PPE), a poder considerarse totalmente como un partido de izquierda moderada.
Ese último partido, actualmente el principal de la oposición, que concurrirá a las elecciones municipales del próximo mes en coalición con Moderna, el socio polaco de Ciudadanos, defiende la despenalización del aborto, la inmigración descontrolada y la promoción de la ideología de género.
Adicionalmente, dejando aparte las preferencias de voto, conviene señalar que, en general, hay más conservadores, apoyen o no al PiS (económicamente intervencionista), defiendan o no el libre mercado y la abolición o reducción a la mínima expresión del Estado, en las zonas donde suele tener menos respaldo la izquierda.
Una vez dicho esto, hay que advertir de que con este ensayo no se pretende poner en duda la ejemplaridad moral de Polonia, donde hay un auge juvenil de defensores de la libertad, la tradición y la dignidad humana, y hay bastante resistencia opuesta a injerencias globalistas y soristas.
Sino que, simplemente, es la zona sur, en la que están las localidades de Cracovia (segunda ciudad más poblada) y de Wadowice (localidad natal de Karol Wojtyla), las que más contribuyen a la definición de la sociología polaca como fervientemente católica y defensora de la dignidad humana y la familia.