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EVANGELIO
El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
Palabra del Señor.
Tanto monta…
El Espíritu de la Verdad nos guiará hasta la Verdad plena que es Cristo. Nos permitirá seguir profundizando en quién es Él, y así le dará gloria. Y conociéndole a Él conoceremos al Padre, por eso Cristo daba gloria al Padre mostrando quién es el Padre. Es un poco lío, pero es lo que tiene cuando no estamos habituados a hablar de los que Son uno y a entender cómo es eso de ser uno. Son tan uno que, el Espíritu lo recibe todo del Hijo y el Hijo del Padre, y el Espíritu revela al Hijo y el Hijo al Padre. Esto de estar uno en el otro, es un misterio que todavía tenemos que seguir descubriendo, porque “estar en” implica un conocimiento pleno. Por eso el Espíritu nos llevará al conocimiento pleno de Cristo, porque nos llevará a estar en Él.
Aterrizado a la vida matrimonial:
Fernando: Isabel, te miro a los ojos y me doy cuenta de que sigues siendo un misterio para mí. Mira que estoy contigo a diario y hablamos muchísimo y rezamos juntos… pero, con todo el imperio que tengo, aún hay partes de ti que no alcanzo a conquistar.
Isabel: Es que la conquista del alma es una conquista mucho mayor que la conquista de América. ¿Cuánto hemos conocido desde que enviamos a Colón para allá? Y sin embargo son muchísimos los territorios que se tardará siglos en explorar. Pues si eso ocurre en un terreno físico ¿qué será de la conquista del misterio de un alma que es eterna?
Fernando: Daría todo mi reino por estar plenamente en ti. Sé que en esto no me pueden ayudar ni los navíos ni los marineros. Es una obra del Espíritu Santo. Pero quiero que tú seas mi mayor conquista. Ojalá se me recordara por la conquista de tu corazón mucho más que por la de América.
Isabel: Pues adelante, mi rey. Aquí me tienes para entregarte todo lo que soy. Pidamos al Espíritu que te ayude en tu mayor conquista. Y así, por obra del Espíritu, quizás se nos recuerde como los Reyes Católicos… ¿te imaginas? Mmmm, me gusta…
Madre,
Acogemos la gloria del Hijo y la del Padre en el Espíritu. Que Él nos llene de Su gloria. Alabado sea el Espíritu Santo que nos muestra la Verdad plena, esa que Tú ya conoces.