Tengo ocasión de leer las declaraciones realizadas por el Secretario General de la Conferencia Episcopal sobre los abusos a menores practicados por algunas personas que se hallan vinculadas con la Iglesia.
Me da franca pena lo que estoy viendo ocurrir desde hace ya varios años. Con lo inteligentes que supongo a los hombres de Iglesia, se han dejado pillar en una trampa pueril. La estrategia no es ésta, es más… ¡¡¡es completamente desacertada!!!
Con su actitud ante los hechos, la Iglesia está contribuyendo poderosamente a que se instalen en el pensamiento colectivo dos errores tan graves, como falsos, como injustos, como peligrosos:
1º.- Los abusos a menores SOLO se producen en la Iglesia.
2º.- TODOS los hombres de Iglesia son abusadores.
Piénsenlo Vds. un poquito, pero la palabra "pederasta", en estos momentos, es casi sinónimo de "cura".
Los pilares de la respuesta, bien diferentes a los que constituyen los actuales, deberían haber sido éstos:
1º.- La Iglesia no es la responsable de los casos de pederastia. Los responsables son hombres malos que se han introducido en la Iglesia. En el s. XXI, la responsabilidad es individual, no colectiva. La responsabilidad colectiva es cosa de un pasado felizmente superado.
2º.- El problema es de abusos, sí, pero lo es más aún de homosexualidad. Un altísimo porcentaje de las personas que denuncian los abusos cometidos por varones son, también, varones, no mujeres.
3º.- La Iglesia trabaja tanto en prevenir y combatir estos abusos que el índice de abusadores en su seno es muy inferior al que se produce en cualquier otra institución, ¡ojo! instituciones estatales incluídas.
4º.- La competencia de la persecución de los delitos y de su castigo, hace mucho tiempo que está transferida al Estado, y en consecuencia, es el Estado, y sólo el Estado, el competente para perseguir y castigar esos delitos. A la Iglesia no le cabe papel alguno en ello, a no ser que lo que se pretenda es volver a los tiempos de los tribunales eclesiásticos.
Por lo que hace al tema de los abusos a menores, la Iglesia se está comportando cobardemente, renunciando incluso al derecho a la autodefensa que posee cualquier persona o institución… y la Iglesia también, faltaría más.
Lo malo es que el miedo huele mal… y lo que es aún peor, mucho.
Como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©L.A.
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