El 17 de mayo, el Presidente Obama recibió en (Indiana) el doctorado honoris causa por la Universidad de Notre Dame –que por cierto, y a modo de anécdota, se pronuncia algo así como nouter deim y no notr-dam como sería en francés- el cual le fue entregado por su rector el reverendo John Jenkins.
Obama aprovechó el acto en una institución que es abiertamente contraria a su política abiertamente abortista para solicitar a ambas partes, pro-vida y pro-aborto libre “corazones abiertos y mentes abiertas, algo que –según dijo- siempre estuvo en la tradición de la Universidad”.
Pero no por ello dejó de decir cosas que bien habríamos deseado escuchar aquí a nuestros pro-abortistas políticos. Para empezar, se expresó a favor de la cláusula de conciencia para los médicos anti-aborcionistas, y dijo que el recurso al aborto ha de ser en cualquier caso un recurso in extremis (la palabra utilizada fue rare “raro”). Dijo también:
“Trabajemos juntos para reducir el número de mujeres que abortan reduciendo embarazos indeseados, facilitando la adopción y proporcionando cuidado y apoyo a las mujeres que desean llevar su embarazo a término”
Mientras tenía lugar el acto, en las afueras de la Universidad se producía una manifestación que congregó a unas trescientas personas, las cuales no sólo se manifestaban contra las prácticas abortistas, sino también contra el hecho de que una Universidad católica premiara en la manera en que lo hacía al Presidente Obama, cuyas simpatía hacia la causa pro-abortista es sobradamente conocida.
Aunque su discurso fue escuchado y aplaudido en el campus por doce mil personas, Obama fue interrumpido al menos tres veces, con gritos tales como “Deja de matar a nuestros niños”.