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Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 38-44.

En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Mirada potenciadora.

Afortunadamente para mí, Dios no valora las cantidades objetivas, sino la intención y el corazón que ponemos en lo que entregamos. Así es el Corazón de Jesús que me ama tanto que está deseando sentirse amado por mí. Está deseando ver cualquier pequeño deseo, cualquier pequeño gesto que hago por Él, para darle un valor infinito en Su Corazón y presentárselo así al Padre. Hoy veo Su sobreabundancia, no sólo en lo que me da, sino también en cómo hace relucir cada pequeño detalle de amor que tengo con Él o con mi esposo.
Dame un corazón como el Tuyo, Señor, para que pueda valorar los gestos de amor de mi esposo según esa mirada potenciadora de Tu Misericordia.

Aterrizado a la vida Matrimonial:

Miryan: Cuando aprendí de San Juan Pablo que, como mujer, debo esforzarme por recibir tu amor de esposo, no según el baremo de mi juicio, sino según el Juicio de Dios, le pedí al Señor que me lo diera y entré en contemplación para que me presentara ante mí tus actos de amor desde Su mirada. Yo los consideraba pequeños e insignificantes, y los despreciaba por ese motivo, pero el Señor me está ayudando a saborearlos de verdad.
Juan: Qué bonito Miryan. Muchas gracias por compartirlo conmigo. Es cierto que soy poco detallista y un poco rudo, pero quiero mejorar en mis formas para contigo.
Miryan: No te preocupes, Juan, estoy viendo tus esfuerzos y disfrutando de tus buenas intenciones hacia mí. También me he dado cuenta de que me quieres mucho más de lo que imaginaba. Me encantas tal como eres.
Juan: Gracias por valorarme tanto y reconocer el amor que hay para ti en mi corazón. Te quiero muchísimo.

Madre,

Cuánto potencias y embelleces cada detalle de amor que tengo con vosotros y con mi esposo. Que nos miremos así entre los esposos. Alabado sea el Señor que hace tanto de tan poco.