Uno de los barcos más emblemáticos en la historia de la Armada (“la Armada”, así, sin mayor calificativo, es siempre, para que lo sepan Vds., la Armada Española), junto con tantos otros tan emblemáticos como la Santa María, la Pinta y la Niña, la Victoria, la Trinidad, el Santísima Trinidad, el Glorioso, el San Juan Nepomuceno, en fin, para qué continuar… no habría espacio en esta página para nombrarlos a todos. Una auténtica escuadra de barcos-héroes.
La Fragata Numancia es el navío que consuma la primera vuelta al Mundo de un barco acorazado. Lo que puede parecer una gesta baladí, sin ninguna importancia, pero no es así. De hecho ¡¡¡nada menos que la Wikipedia!!! tiene la hazaña como una de las quince más importantes entre las realizadas por los barcos españoles en toda la Historia… y si la Wikipedia lo dice…
Cuando en 1866 la Fragata Numancia acomete tamaña gesta, al mando, por cierto, de mi bisabuelo, el Capitán de Navío Juan Bautista Antequera y Bobadilla de Eslava, disponen de barcos acorazados hasta siete marinas del mundo, Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Austria, Piamonte-Cerdeña, Alemania y Dinamarca, además de la propia España. Pero ninguno los utiliza en operaciones de envergadura, apenas navegación de cabotaje con la costa a la vista y acciones de vigilancia de costas.
Construído en los astilleros de La Seyne, en Tolón, Francia, por la compañía francesa Forges et Chantiers de la Mediterranée, cuando apenas lleva dos años de servicio, en los otrora virreinatos españoles de América una flota española formada de cinco barcos de madera sin poderío bélico significativo, se ve envuelta, en aguas del Pacífico, en dificultades inesperadas con algunas de las nuevas repúblicas americanas, notablemente dos, Chile y Perú. La situación se enrarece tanto que se impone el envío de barcos de mayor potencial militar. Decide entonces el Gobierno español mandar tres barcos de madera, la Blanca, la Berenguela y el Villa de Madrid y, apremiada por la necesidad, haciendo como se suele decir, de la necesidad virtud, también la Fragata Numancia, un barco acorazado cuyas prestaciones en alta mar son absolutamente desconocidas y su navegabilidad se presenta incierta, el cual sale de Cádiz al mando del Capitán de Navío Casto Méndez Núñez.
En su periplo hacia el Pacífico, la Numancia se convertirá sucesivamente, en el primer barco acorazado en traspasar la línea del Ecuador, en atravesar el Atlántico Sur -el Atlántico Norte sólo había sido atravesado por un acorazado comprado por los Estados Unidos, y para trasladarlo a su destino, nada más-, en cruzar el Paso del Sur, -cosa que hará, como Magallanes, por el Estrecho de Magallanes-, y el primero en navegar las procelosas aguas del Pacífico.
Una vez en el inmenso océano descubierto por Don Vasco Núñez de Balboa, en plena guerra contra Chile y Perú, allí se estrena militarmente en el bombardeo de El Callao, en que la escuadra española castiga el fortificado puerto peruano, terminando la acción a plena satisfacción del mando y la campaña , sobradamente cumplimentados todos los objetivos militares propuestos, con la victoria española. La Numancia, a las órdenes ahora de Juan Bautista Antequera, y tras haber caído herido en el combate de El Callao el comandante de la escuadra, Casto Méndez Núñez, recibe la orden del Gobierno de continuar su singladura por aguas del Pacífico y del Indico, hasta completar la vuelta al mundo, que habría de ser la primera de un barco acorazado.
Así se hará, pero al llegar a la altura del Cabo de Buena Esperanza, en el sur del continente africano, para continuar hacia el norte y llegar a España, completando la hazaña circunvaladora, se reciben noticias de que el escenario americano vuelve a complicarse. A Antequera se le da la entera libertad para decidir si continúa la derrota cómodamente y llega a España, o arrampla hacia América en ayuda de la flota española allí presente. Del heroico marino no cabe esperar otra decisión, y hallándose en aguas atlántico-africanas, decide Antequera continuar su derrota hacia América y volver para auxiliar a sus compañeros.
No desmerecerá ello, sin embargo, la hazaña pretendida, pues aunque no en España, al llegar a Río de Janeiro, la Fragata Numancia ha completado la primera vuelta al mundo acometida por un barco acorazado, pues ya había estado en ella cuando se inicia la campaña del Pacífico.
Almirante Juan Bautista Antequera.
Wsell de Guimbarda (Museo Naval)
El reconocimiento de la gesta será unánime. Para muestra un botón. Lo cuenta su comandante, Juan Bautista Antequera en el Congreso:
“El lord gobernador [inglés] de Santa Elena […] vino a decirme que me felicitaba y felicitaba a la Marina española por ser la primera que había dado solución al problema de la navegación de los buques blindados en aquellos mares tormentosos, y que de no haber sido la Marina inglesa la que lo hubiera practicado, tenía una gran satisfacción en que hubiera sido la española”.
No son los únicos momentos estelares de la vida de tan insigne navío. En él, por ejemplo, llegará Amadeo de Saboya a España para iniciar su corto reinado de dos años el 30 de diciembre de 1870. En 1873 participa en la flota que tiene que desactivar la rebelión cantonal de Cartagena, en plena Primera República. Será el buque insignia de la escuadra que a toda prisa ha de preparar España para la que pudo ser la Guerra Hispano-Prusiana por la posesión de las Islas Carolinas, en el Pacífico, que al final no se produjo gracias a Dios… o más bien gracias a su vicario en la Tierra, el Papa León XIII, que realizó un inteligente arbitraje el cual dejará a las dos partes satisfechas, España y Prusia, posibilitando que no se llegara a los cañonazos. Por cierto que el comandante de aquella escuadra que tenía a la Numancia por insignia era, una vez más, el ya Vicealmirante Juan Bautista Antequera. Participará luego nuestro barco en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Y por desgracia para los intereses españoles, no pudo estar presente ni en Cuba ni en Filipinas en 1898, por hallarse en reparación. Su presencia y la de algún barco más, como notablemente el acorazado Pelayo, y por supuesto los submarinos de Peral si se hubieran construído, bien podría haber cambiado las tornas en la batalla.
Pues bien, semejante barcazo viene a hundirse en el año 1916 ante las costas portuguesas de la bella ciudad de Sesimbra. ¿Qué ha ocurrido para llegar a situación tal? Tras más de medio siglo de ser el buque insignia de la Armada (Española), se decide darlo de baja. Son muchos los que abogan por un final digno para navío tan insigne: conservarlo en algún puerto, convertirlo en museo, tal vez en buque escuela… pero todos los intentos fracasan, y al final, -España es así, qué se le va a hacer, desapegada a su historia, injusta con sus hijos más justos- se decide venderlo y desguazarlo.
La Fragata Numancia encallada en Sesimbra, poco antes de hundirse
Toda triste, la Numancia se dispone a realizar su última singladura, que la debería llevar desde Cádiz, donde se encuentra, hasta Bilbao, donde ya se prepara su desguace. Pero a la altura de Sesimbra, en un aciago 16 de diciembre, en el mar Atlántico, la pena le rebosa, e incapaz de resignarse a su triste final, naufraga y se hunde. Dicen algunos que la vieron llorar. Hasta treinta y dos marineros españoles caen al agua en un día tormentoso y aciago. La población de Sesimbra se comportará de manera heroica, haciendo cuanto en sus manos estuvo para salvar a muchos de esos hispanos marineros del otro lado de la caprichosa frontera ibérica que nos separa en españoles y portugueses. Algunos de esos marineros salvados se quedarán en Sesimbra, casando con portuguesas y formando allí sus familias: todavía al día de hoy, ellos y sus descendientes son conocidos como "los numantinos".
Y otra paradoja para terminar de aderezar la Historia. Se había aprovechado esta última singladura de la Numancia para realizar con ella un importante cargamento de mil trescientas toneladas de sal, cargamento que, naturalmente, se frustró en el naufragio, lo que permitió a alguien afirmar: "Nada se perdió en el naufragio, ni la carga ni el barco. Ambos volvieron a su natural elemento".
El pecio de la Numancia en aguas de Sesimbra. Vista aérea.
Al día de hoy, desde el aire, aún se puede contemplar la bella silueta de la Fragata, hundida en aguas sesimbrenses. Algunos buceadores hasta llegan a ella. Y en Sesimbra se guarda recuerdo de la simbólica y heroica jornada, con actos que la conmemoran cada 16 de diciembre.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©Luis Antequera
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