Les confieso que  no fui al cine con demasiadas ganas. La película sobre un cura profesor de Teología puede echar atrás a muchos. A mí, entre otros. Pero gracias a la insistencia de una amiga asistí el lunes por la noche al estreno en Madrid de «La última cima».

Apenas conocí en vida a Pablo Domínguez, el decano de la facultad de Teología de San Dámaso. Creo que nos presentaron en alguna ocasión y poco más. Muchas referencias sobre él, eso sí, y siempre buenas.

La película te mantiene pegado a la butaca desde el primer momento. ¿Cómo es posible que la vida de un profesor de Teología llevada al cine te haga reír, llorar, emocionarte, conmoverte, llenarte de buenos propósitos y hasta electrizarte? Pues eso consigue el director, Juan Manuel Cotelo, desde las primeras imágenes.

«La última cima» es un rayo de luz entre tanto nubarrón con que algunos pretenden oscurecer la labor de los sacerdotes. Es una incursión osada y audaz en el hostil territorio del cine español, a veces tan chabacano y burlón hacia la Iglesia. Es un intento de comprender por qué Dios se llevó a un cura excepcional a los 42 años. Es la vida de Pablo, un sacerdote fascinante.
 
Álex NAVAJAS