El cabildo de la Catedral de Toledo, el Ayuntamiento y las autoridades de la Academia de Infantería se esfuerzan por minimizar el impacto del “chaconazo” en la mayor solemnidad de la ciudad. Los efectos del decreto son los siguientes:
-Las fuerzas armadas no tienen porqué rendir honores ni participar en la procesión del Santísimo Cuerpo de Cristo por las calles toledanas. La respuesta por parte de la Academia de Infantería no se ha hecho esperar: la asistencia a la misma será voluntaria, por lo que está previsto que acudan todos los efectivos de la Academia toledana en pleno, siendo la presencia de dicha institución posiblemente la mayor de la Historia.
-Las fuerzas armadas no pueden portar la bandera de España durante el recorrido procesional. La respuesta esta vez ha venido del Ayuntamiento, que se encargará de la misma. Igualmente, la banda de la Academia no podrá participar en el recorrido procesional, vacío que va a cubrir la banda municipal.
-Lo más demoledor es que las fuerzas armadas no podrán rendir honores al Cuerpo de Cristo presente en la Custodia de Arfe. El Ayuntamiento intentará cubrir ese gran vacío mediante el lanzamiento de salvas adquiridas para la ocasión, y que según el regidor toledano, Emiliano García-Page, “son las más potentes disponibles en el mercado”.
-La reacción más sorprendente, empero, la ha protagonizado el Dean de la Catedral de Toledo, D. Juan Sánchez, para el cual, gracias al esfuerzo de todas las instituciones implicadas, “todo va a quedar igual, salvo la presentación de honores al Cuerpo de Cristo por parte de las Fuerzas Armadas”
Semejante afirmación vale sin duda para los numerosos turistas interesados en el desarrollo procesional como parte del folklore hispano. Vale igualmente para los numerosos comerciantes que tienen puestas en estas fiestas grandes esperanzas de hacer una buena caja. Vale, sin duda, para el conjunto de ornamentos y ritos simbólicos que acompañan la solemnidad que, efectivamente, van a seguir igual. Lo que me pregunto es que valor tienen para el creyente sincero.
Pues si el creyente sincero y profundo tiene en la Eucaristía la presencia sensible de Dios mismo, y a esta presencia como tal se le han venido rindiendo honores solemnes durante cientos de años, con la posición de "presenten armas" y el disparo de salvas, y ahora se obliga por ley a las fuerzas armadas a dejar de rendir esos honores a la presencia real de la divinidad, lo que parece más bien es que nada en absoluto va a ser igual de ninguna forma.
Y de nuevo nos encontramos ante el complejo, ante el miedo, ante la diplomacia como prioridad, ante la necesidad de evitar conflictos “innecesarios” con la autoridad civil, donde lo que menos cuenta es que sea el mismo Dios el que recorre las calles toledanas ese día, lo irrelevante es que sea la persona de Jesucristo mismo. Todo esto queda minimizado ante el despliegue de lo cultural que le rodea, que es lo que conviene salvar del chaconazo ¿O es que acaso no nos creemos esa presencia?
Sin embargo, tampoco hay motivo para el escándalo. Se trata, una vez más, del Evangelio. Ignorado, despreciado y arrinconado, arrojado junto a los despojos de los hombres, ajusticiado, negado y abandonado a su suerte por sus propios discípulos. Es el mismo Jesucristo del Evangelio, y es el mismo que mañana recorrerá las calles de Toledo en la procesión del “Santísimo Cuerpo de Cristo”. El Evangelio sigue cumpliéndose en toda su literalidad.