Si ahora salgo a la calle y hago una encuesta a los cristianos que me encuentre sobre qué hacen especial en Adviento, muchos (pero que muchos) me dirían: “Pero ¿es que hay que hacer algo?”
Así está la cosa. A muchos de ellos no les culpo (a algunos sí) porque no es difícil saber lo que no te enseñan, y si ahora lo que impera es el semicristianismo, pues eso es lo que se va transmitiendo. Y en la mentalidad del semicristiano, el Adviento apenas tiene significado. Pero sí, el Adviento es para algo en concreto, que para eso está.
Es para prepararnos para la Navidad, la celebración del insólito e irrepetible acontecimiento de que el mismo Dios se hizo hombre por nosotros, tú y yo incluidos.
Por tanto, no vale hacer lo de siempre, hay que hacer algo especial. Yo voy a contar lo que hago. No digo que sea lo mejor porque no sé lo que hacen todos los demás, pero sí afirmo que haciendo esto uno puede llegar al día 25 bien preparado.
Son dos cosas:
- Intensificar (porque son cosas que un cristiano debe hacer durante todo el año, pero en este tiempo con más intensidad):
- las prácticas de piedad
- las obras de misericordia
- y la instrucción/formación cristiana.
- Preparar un regalo personal que podamos ofrecer el día 25 al Niño Jesús. Nosotros lo llamamos “ofrecimiento”, y normalmente es un propósito pequeño, por ejemplo levantarme por la mañana al primer timbre de despertador, no usar el móvil durante las comidas, cumplir bien una dieta especial, no protestar…
Como se puede ver todo es muy sencillo de hacer, y no hay que complicarlo innecesariamente. “Sólo” se trata de prepararnos mental y espiritualmente para la Navidad, de forma que la aprovechemos para ser mejores cristianos.
Por cierto, el Adviento empieza hoy…
Los Tres Mosqueteros