Tengo la impresión  que en la mayoría de las  parroquias  de la geografía española, el mes de mayo o el mes de las flores, en honor de la Sma. Virgen, bajo distintos títulos y   advocaciones, se ha venido celebrando con bastante afluencia de fieles. Los sacerdotes han visto compensado su trabajo pastoral, pese a ser un mes de celebraciones litúrgicas absorbente, por bautizos, comuniones, confirmaciones, bodas etc. Ha merecido la pena. El fruto espiritual en fervor y amor a la Señora, ha sido grande para todos. Compensa el tesón  de los celosos pastores, que perciben, claramente, que donde entra la Madre, entra el Hijo; donde está  María, está Jesús, meta de toda evangelización. He aquí un medio muy tradicional, muy válido, eficaz y muy actual, que jamás deberá abandonar  la entera comunidad cristiana. Si a las celebraciones parroquiales, se añade alguna procesión o peregrinación a algún santuario mariano, se comprobará que tenemos en nuestras manos  el mejor medio de renovación espiritual y  conversión de las comunidades parroquiales.

La pastoral del mes de Junio, mes de los frutos, mes de la Eucaristía, del Sdo. Corazón y de la Divina Misericordia, merece consideración aparte para experimentar que Dios N.S  sigue actuando, hoy como siempre y por doquier, en medio de la que está cayendo.