Más que una descripción detallada, que refiera todo y cada uno de los 

aspectos, ofreceré una visión más panorámica de cosas, elementos, momentos vividos en el Congreso que me han impactado, que me han gustado, que me han llamado la atención. ¡Espero que no se me olvide nada!

1) El Congreso ha sido una experiencia eclesial de primer orden, de la Iglesia que es congregada en torno a Cristo-Eucaristía, centro de su unidad, de su vida. Era genial ver la variedad de la procedencia de cada uno (diócesis, Congregaciones religiosas...) y las edades de quienes estábamos en el Congreso, y todos tenían sitio, su lugar propio. No importa la edad cuando es Cristo quien convoca: sacerdotes, religiosos y religiosas, christifideles laici jóvenes, de mediana edad, mayores y bien entrados ya en años; los muchísimos y eficaces voluntarios de la organización, entre ellos la mayoría jóvenes sacrificados, entregados y muy amables para atender a todo y a todos; los jóvenes y adolescentes especialmente protagonistas en la preciosa acogida de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, cantando, aplaudiendo, rezando, al recibirla y luego en procesión con las cuatro estaciones hasta llegar a la Catedral; y los niños, ellos también, con su pequeño “Congreso”, con exposición y adoración del Santísimo en la Catedral y su acto festivo posterior en la plaza del Ayuntamiento.

Pero a mí me impresionó la imagen de la Iglesia congregada, de pueblo cristiano, cuando en la procesión con la Cruz de la JMJ hasta la Catedral por la noche, y en la procesión eucarística la noche del sábado, con el mismo recorrido, llegamos a una calle en forma de cuesta desde San Juan de los Reyes que desemboca en la calle donde está la parroquia de Santo Tomé; delante iban los obispos, luego el grupo abundantísimo de sacerdotes, y al mirar atrás, toda la cuesta abarrotada de un pueblo, el pueblo de Dios, que cantaba y rezaba. Peregrinos, encabezados por Cristo; Iglesia que camina cuya morada y patria son los cielos; pueblo de Dios ordenado, sin mezcla ni confusión ni separación ni división. ¡Cuánto dilata el corazón ver así la Iglesia, sentirla y palparla!

 

2) Mucho gusto y elegancia tuvieron las Comisiones de liturgia al elaborar y preparar celebraciones que rezumaban teología y auténtica espiritualidad, sin mezclas extrañas, ni esteticismos en boga. La mejor tradición hispana, el rito hispano-mozárabe, estuvo continuamente presente, porque, si era un Congreso eucarístico nacional, habrá que vivir y mostrar el que fue “rito nacional” (si se permite tal barbarismo), que ha perdurado en Toledo, que se comienza a conocer mejor y celebrar y vivir.

“Lumen cum pace”, “Luz con paz”, en la contemplación de Cristo Luz, Señor del tiempo, resonó en los dos lucernarios (el del Jueves y la vigilia del sábado), cantando el salmo propio del rito (“Suba mi oración a ti...”, Sal 140). Preciosa, solemne, cuidada, la Eucaristía en rito hispano-mozárabe del viernes. Se requiere otra mentalidad: no sólo los textos son distintos al rito romano, es la gestualidad, la vivencia, los lugares litúrgicos, la participación orante. No pensemos en un presbiterio al modo romano (altar, sede, ambón), sino en el modo hispano: Santuario (sólo el altar con una gran cruz gloriosa, 7 candelabros por los 7 dones del Espíritu y la universalidad de la Iglesia, como las 7 Iglesias del Apocalipsis), el chorus (lugar fuera del Santuario para el Obispo, concelebrantes y ministros) y pulpitus (lugar o estrado de madera para las divinae lectiones). Textos y cantos cuidadísimos, ¡y con qué hondura teológica!, magnífico el libro para seguir la Misa (realmente, todos los folletos magníficos en la preparación y en la presentación, gracias a “Libros Litúrgicos-CEE” y su director).

 

Me impactó el modo de presidir del Arzobispo Primado, D. Braulio. Las inclinaciones son realmente inclinaciones profundas, solemnes, transidas de adoración; la extensión de las manos amplia, con las palmas hacia delante, in modum crucis; la elegancia al incensar, ya que apenas mueve el incensario sino que sosteniéndolo quieto, envuelve el altar y los dones en una dinámica oferente.

 

La acogida de la cruz, leyendo el Evangelio en los cuatro puntos cardinales (cuatro estaciones) durante la procesión, acompañada de textos de la liturgia hispano-mozárabe y de la triple bendición, permitió interiorizar más aún la eucología mozárabe. Realmente, ayuda a orar, es teología orada.

¿Y la Vigilia de renovación de nuestra propia Iniciación Cristiana? Se hizo memoria del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía siguiendo los modos hispano-mozárabes (volviéndose todos a Occidente para renunciar y a Oriente para profesar la fe) así como los usos hispanos de exorcizar la sal y luego bendecirla, exorcizar el agua y luego bendecirla, mezclar la sal y el agua y realizar la aspersión.


¡Cuánta belleza, cuánta Tradición, cuánta teología, cuánta espiritualidad hay en este venerable Rito!

3. Ya la crónica se ha alargado demasiado. Sólo un punto: las ponencias. Todo Congreso eucarístico es una referencia y oportunidad de estudios y profundización en el misterio eucarístico. De esa forma las cuatro ponencias abarcaban cuatro ámbitos: bíblico, teológico, litúrgico y el último yo lo definiría “pastoral-espiritual”. Con D. Ricardo Blázquez, Arzobispo de Valladolid, pudimos recordar y aprender más sobre el sentido de la Unidad de la Iglesia expresado eucarísticamente tanto en la epíclesis de la plegaria eucarística como en el rito de la conmixtio, donde el fermentum (un trozo de pan consagrado) se deja caer en el cáliz. Con D. Manuel González López-Corps, profesor de liturgia en la Facultad San Dámaso (de quien me siento siempre discípulo) entramos en el sentido profundo de la liturgia hispano-mozárabe, ofreciendo sus rasgos principales y elaborando una mistagogia de la Eucaristía partiendo de los ritos vividos en la Misa del día anterior. ¡Buen comunicador!, cautivó y estoy seguro que despertó en todos el deseo de vivir más y mejor, conocer más y mejor, nuestro Rito. Por último, D. Javier Martínez, Arzobispo de Granada, expresó con su lenguaje tan vivo –de un hombre siempre convencido, de un creyente- cómo y hasta qué punto la Eucaristía genera un Cuerpo, el Cuerpo eclesial, y de ahí la Eucaristía es forma y escuela de vida en tres ámbitos: matrimonio-familia, los negocios y la ciudadanía. No me atrevo a decir más para no desvirtuar o explicar mal su ponencia. Esperemos a que se publique. Pero, lo aseguro, impactó a todos, y arrancó aplausos en muchos momentos.

 

Se podría decir mucho más, pero como san Juan en su carta tercera, no quiero confiarlo al papel y a la pluma. Baste lo dicho.


¡Alabado sea Jesucristo!
Lumen cum pace!