El nombre de Santa María de la Merced sonó por vez primera a orillas del Mediterráneo, en el siglo XIII. Provocada por la enemistad religiosa y las consiguientes guerras entre cristianos y musulmanes, la esclavitud llegó a ser un hecho real, político, social y económico. El mal era tan profundo que se requerían modos nuevos y gentes nuevas para esta campaña de libertad. Es entonces cuando se nos presenta la figura de San Pedro Nolasco, a quien llamaban el Cónsul de la Libertad. Pedro no podía contemplar dicha calamidad social sin sufrir en su corazón y sin echarse a los pies de María, para pedirle el remedio corporal y espiritual de aquellos cautivos.

Y, como la caridad es activa, no se limitó sólo a la oración, sino que vendió cuanto poseía y, valiéndose de su condición de mercader, empezó a tratar en la compra y el rescate de cautivos, iniciando de este modo su obra redentora. El favor divino incrementó esta empresa. Muy pronto un grupo de jóvenes se unió a esta labor, y dentro de la misma corte real de Aragón prendió el chispazo de la caridad y se dieron ánimos a la noble conducta de estos misioneros de la libertad, y en especial a su capitán y mentor, Nolasco.

Hace 800 años

La noche del 1 al 2 de agosto de 1218, hallándose Pedro Nolasco en oración se le apareció la Santísima Virgen María revelándole que la obra de redimir cautivos era muy agradable a Dios, y para perseverar en ella y engrandecerla y perpetuarla le transmitía el mandato de fundación de una Orden religiosa, cuyos miembros imitaran a su Hijo, Jesucristo, redimiendo a los hombres, dándose a sí en prenda...

Con esta aparición, la Virgen, Nuestra Señora de la Merced, vino a dar realidad a las ardientes aspiraciones de Nolasco, que no eran otras que la redención y salvación de los cautivos. Este hecho maravilloso fijó para siempre el rumbo de su vida, selló con carácter específico su santidad y lo confirmó en el ejercicio de la caridad, que más tarde lo convertiría en héroe de esta virtud.

Según cuenta la tradición la misma noche en que a Pedro Nolasco se le apareció la Santísima Virgen también se apareció al rey Jaime I de Aragón y a su consejero real, San Raimundo de Penyafort, mostrándole éstos gran apoyo desde los inicios de su obra [sobre el párrafo anterior, representación de la Aparición en la Catedral de Barcelona]. La Virgen de la Merced, al fundar su Orden, echó los cimientos de una obra en alto grado humanitaria y social. La verdadera ayuda a los otros, la auténtica caridad tiene sentido desde Cristo y desde María.

Antes de pasar al África para redimir, era menester recaudar limosnas, predicar por los pueblos, anunciar las redenciones y reunir los caudales de los conventos, en donde, a veces, hasta los cálices se vendieron para hacer con sus precios caridad. Mientras tanto eran nombrados los redentores, cuya elección recaía siempre en frailes dotados de virtud, ciencia y un espíritu inabordable al cansancio y al desaliento1.

A lo largo de la geografía española, entre otros muchos lugares Barcelona y Jerez de la Frontera celebrarán mañana de forma solemne a Nuestra Señora de la Merced. Y recordamos en este domingo a todos aquellos mercedarios que supieron entregar sus vidas escribiendo una página gloriosa para la Iglesia universal y que nos animan a imitar este seguimiento completo a la Palabra de Dios.

Y este es el mensaje del Evangelio de hoy: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos… El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado. Esto es lo importante. Por esto es por lo que debemos luchar.

Debemos acercarnos a este capítulo tercero del apóstol Santiago, porque es necesario que se rompan dentro de nosotros estas actitudes de envidias y peleas, de desórdenes y de toda clase de mal. Dice Santiago: La Sabiduría viene de arriba. Viene del trato con Dios. Esta Sabiduría -que no es la inteligencia de los conceptos humanos que adquirimos con el estudio- es la paz que reconforta, “es pura, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz y su fruto es la justicia”. Y los que buscan el odio y el ensañamiento se separan de este camino y elaboran sus propios mandamientos alejándose de Dios, que nos dice: No matarás; que nos dice que hay que acoger al que lo necesita, porque negarse a hacerlo es otra forma de matar.

Es la enseñanza clara de Jesús para todos nosotros, los que queremos ser suyos: no hay más que un camino para ser el primero en el reino de Dios, y es procurar ser el último. Es claro que esta mentalidad choca con la mentalidad del mundo, pero también es claro que el Señor vino a salvar este mundo de sus errores, vino a darle la verdadera doctrina, a enseñarle el camino de la verdad. Y entonces, ¿qué tiene de particular que haya un contraste entre lo que uno piensa y lo que piensa el Señor? La opción está hecha para nosotros desde siempre; no podemos pensar otra cosa que lo que piensa el Señor. Será difícil, habrá momentos en que nos cueste, pero ser cristiano es algo más que estar bautizado, es vivir una vida según los criterios del Señor haciendo que nuestro pensamiento, nuestra manera de ver las cosas, la práctica de nuestra vida, sea todo según lo enseñó el Señor; para eso vino Él, para ser nuestro Maestro .

Que María Santísima, Señora de la Merced, que nos ha librado de las cadenas del pecado al darnos a su Hijo Jesucristo, nos haga entender que el reto de la caridad nos obliga siempre a salir en busca de los cautivos. La gesta medieval de los padres mercedarios, y su labor a lo largo de los siglos, sigue llamándonos a nosotros a redimir cautivos. Ya el Papa Pablo VI, que dentro de un mes será canonizado, en la Octogesima adveniens (17) afirma que es urgente que se sepa superar, con relación a los emigrantes, una actitud estrictamente nacionalista… Es deber de todos -y especialmente de los cristianos- trabajar con energía para instaurar la fraternidad universal, base indispensable de una justicia auténtica y condición de una paz duradera.

Como cada día, Jesús en la celebración de la Santa Misa nos dice: La paz os dejo, mi paz os doy. Nos la da para que nosotros seamos portadores de esta paz que brota de la vida en Cristo; para que, amándole a Él por encima de todas las cosas llevemos su paz a todos.

Que la Virgen María, que se apresuró a ponerse en camino para ayudar a su prima Isabel y que con la hospitalidad recibida se alegró en Dios su Salvador, nos ayude a vivir la palabra del Evangelio.

PINCELADA MARTIRIAL

En la fiesta de San Pío de Pietrelcina, hoy 23 de septiembre, os invito a releer este artículo sobre el Padre Pío y sobre cómo profetizó el martirio a un Hermano de San Juan de Dios, el beato Guillermo Llop:

https://www.religionenlibertad.com/blog/59731/que-hacia-padre-pio1936.html

Y a seguir el consejo del padre Pío: REZA, TEN FE Y NO TE PREOCUPES