Se ha abierto al público hace pocos meses la sinagoga recientemente descubierta en la preciosa ciudad jiennense de Ubeda, una sinagoga que podría datar del s. IX y que se hallaría entre las más importantes, y probablemente la más antigua, de España.
Todo comenzó cuando un promotor inmobiliario, Fernando Crespo, compró tres fincas de cara a levantar una promoción de apartamentos que, al tropezar con los importantes vestigios, hubo de ser modificada. Ignoro si la iniciativa de la modificación partió del propio promotor, el Sr. Crespo, lo que le honraría, o de las autoridades públicas. Tranquilizaría saber que la administración cuenta con los resortes e instrumentos necesarios para conocer a tiempo y tomar las decisiones oportunas de cara a salvar elementos tan importantes de nuestro patrimonio cultural e histórico. Como quiera que sea, el de Ubeda es un caso de historia con final feliz, y el resultado es que al día de hoy, se ha salvado al público escrutinio un espacio arqueológico de gran importancia como es el de la sinagoga ubetense.
El pasado judío de España ha dejado en nuestro país maravillosos vestigios que hablan de la pujanza de nuestros sefardíes. A los efectos baste señalar que cuando en 1492 los Reyes Católicos firman el Edicto de Expulsión, de los siete millones de españoles, nada menos que un 10% podrían ser judíos, de los cuales, probablemente la mitad o algo más, abandonaron nuestra patria, que era también la suya. Detrás dejaron sus lugares de culto o sinagogas. Muchas de ellas aún perviven en muy buen estado de conservación. Innecesario mencionar las maravillosas sinagogas toledanas de Santa María la Blanca, (1260), y del Tránsito (1356), llamada originalmente Sinagoga de Samuel ha-Levi, o la de Córdoba (1315).
La singularidad de la ahora abierta al publico en Ubeda radica en el hecho de ser la única conocida en la que conviven juntas el espacio de culto, la sinagoga propiamente dicha, y el micvé, o espacio en el que se practicaba el baño ritual judío. Existe en España otro maravilloso micvé, en la ciudad gerundense de Besalú con una importante judería, pero el micvé de Besalú no está integrado en un conjunto sinagogal.
El micvé es un baño ritual relacionado con las muchas normas de pureza presentes en la religiosidad judía. En el Antiguo Testamento, concretamente en el Levítico, el libro de las normas rituales, se contiene una referencia a la pureza de algunas aguas:
“Sólo las fuentes y cisternas, donde se recogen las aguas, seguirán siendo puras” (Dt. 11, 36)
Para ser adecuada, una piscina de micvé ha de contener suficiente agua como para cubrir enteramente el cuerpo de un hombre, y el agua no puede contener ningún tipo de impureza. Las discusiones rabínicas al respecto versan sobre temas tales como si el agua de lluvia o la procedente del deshielo son válidas para el micvé. Afirma, no obstante, la Enciclopedia Judía, que las normas relativas a la pureza ritual cayeron en desuso con la Diáspora, todas excepto las relativas a la mujer, la cual, en la religiosidad judía, es impura durante su menstruación:
“La mujer que tenga la menstruación, permanecerá impura por espacio de siete días. Y quien la toque será impuro hasta la tarde. Todo aquello sobre lo que se acueste durante su impureza quedará impuro; y todo aquello sobre lo que se siente quedará impuro. Quien toque su lecho lavará los vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde. Quien toque un mueble cualquiera sobre el que ella se haya sentado lavará sus vestidos, se bañará y será impuro hasta la tarde. Quien toque algo que está sobre el lecho o sobre el mueble donde ella se sienta quedará impuro hasta la tarde. Si uno se acuesta con ella, se contamina de la impureza de sus reglas y queda impuro siete días; todo lecho en que él se acueste será impuro” (Lev. 15, 19-24).
Y también después del parto:
“Yahvé le dijo a Moisés: «Di esto a los israelitas: Cuando una mujer quede embarazada y tenga un hijo varón, quedará impura durante siete días; será impura como durante sus reglas. El octavo día será circuncidado el niño; pero ella permanecerá treinta y tres días más purificándose de su sangre. No tocará ninguna cosa santa ni irá al santuario hasta cumplirse los días de su purificación.
«Si da a luz una niña, será impura durante dos semanas, como en el tiempo de sus reglas, y se quedará en casa sesenta y seis días más purificándose de su sangre” (Lev. 12, 1-5).
El Gran Rabino de España Moshé Vendan ha anunciado su próxima visita a Ubeda para visitar la que ha sido denominada, con buen gusto y con justicia, la Sinagoga del Agua.