Relativamente desapercibido ha pasado el hermoso evento que ha tenido lugar en Granada entre los días 29 de abril y 2 de mayo, el II Congreso Iberoamericano sobre el Síndrome de Down, presidido, lo que una idea de su importancia, por S. M. la Reina Dª Sofía.
El Congreso ha contado con una gran participación de las propias personas con síndrome de down que, como acertadamente ha señalado el secretario de Down España, Antonio Ventura Díaz, “han hecho escuchar su voz reivindicando su autonomía desde una posición activa”. De facto, han intervenido en él más de cuatrocientos jóvenes con discapacidad intelectual, los cuales han reivindicado su derecho a disfrutar de una vida independiente y a ejercitar su autonomía de modo efectivo, a formar su propia familia, a que se les facilite el acceso a actividades de ocio y deporte, a que la escuela y también los centros de formación profesional se adapten para proporcionarles el máximo desarrollo de sus capacidades, a que se les facilite el empleo en empresas ordinarias mediante los apoyos necesarios, o a que las tecnologías de la información y la comunicación se pongan a su servicio para potenciar sus capacidades.
Los participantes en el Congreso han pedido, asimismo, que se aplique la Convención ONU de Derechos de Personas con Discapacidad, y han denunciado las muchas vulneraciones de los derechos que la misma les reconoce.
En parecida dirección, la Vicepresidenta del Comité de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la española Ana Peláez, ha explicado que existe la necesidad por parte del movimiento de personas con discapacidad, de tomar en consideración dicha Convención “en aspectos complicados y en los que hay todavía ciertas reticencias”. Más que de "ciertas reticencias" hablaría yo de severas transgresiones. Hablamos, en todo caso, de prácticas tales como la eutanasia, la esterilización forzada, el internamiento forzoso... Y también la eugenesia, esto es, el aborto aplicado sobre los propios discapacitados, y el aborto coercitivo, el que se impone a una mujer discapacitada que queda embarazada.
A este respecto, es de señalar el tristísimo dato al que ya nos hemos referido en alguna ocasión, según el cual, nueve de cada diez niños down ni siquiera llegan a nacer, víctimas del exterminio en el mismo vientre de su madre. Este dato incorporado a la noticia que hoy comentamos, pone de relieve la triste paradoja de que sea nada menos que la voluntad de su madre de impedirle el nacimiento, avalada y amparada, cuando no promovida, por una sociedad tan indiferente, fría y cruel como la nuestra, el único obstáculo que haya de superar un niño down para dejar de ser una carga (para su madre y para la sociedad) y pasar a convertirse en objeto de todas las atenciones de ésta.
Sinceramente, ¿no hay algo de hipocresía en ello?
Sinceramente, ¿no hay algo de hipocresía en ello?