Hace apenas unos años, Sr. Zapatero, Vd., en parecida postura a la que se mantiene en un retrete, se mantenía dignísimamente sentado (si es que estar sentado en un retrete y la dignidad son compatibles) al paso de la bandera de una nación amiga y aliada, mientras todos los que le rodeaban se levantaban y observaban la respetuosa actitud que la ocasión exigía. Anteayer, en posición genuflexa, atendía Vd. a los requerimientos del Presidente de la misma nación ante cuya bandera no se levantó en su día, y sin mover un pelo de la cabeza ni arquear una sola de sus dos famosas cejas, escuchaba impertérrito las órdenes que le transmitía –procedentes, por cierto, de una famosa fracasada de Europa- las cuales ejecutaba Vd. lealmente al día siguiente. Cómo ha cambiado el cuento, ¿verdad Sr. Zapatero?
Vd. se creyó, Sr. Zapatero, que se podía Vd. reír del mundo entero. Y una cosa es que Vd. sea capaz de engañar varias veces a los españoles, y notablemente al Jefe de la Oposición, y otra muy diferente que tenga Vd. sagacidad e inteligencia para engañar a los más importantes dirigentes mundiales, los cuales, no le quepa duda, en todo momento han sido muy conscientes del percal del personaje que iba a ser en adelante su interlocutor español.
Una cosa es que Vd., Sr. Zapatero, no le dé ninguna importancia a su propio país, discutible y discutido como todos sabemos, y otra muy diferente que los demás actúen de parecida manera ante el suyo.
Una cosa, Sr. Zapatero, es que a Vd. la bandera de su patria le importe tres y el himno se la repampinfle porque Vd. es un socialista muy progre y va muy por delante de sus tiempos, y otra bien diversa que el Sr. Obama, tan progre como Vd. pero norteamericano, lo de ver que los dirigentes de las naciones supuestamente aliadas se mantienen en actitud de retrete ante su bandera, le haga la más mínima gracia.
Una cosa es que Vd., Sr. Zapatero, no le dé ninguna importancia a su propio país, discutible y discutido como todos sabemos, y otra muy diferente que los demás actúen de parecida manera ante el suyo.
Una cosa, Sr. Zapatero, es que a Vd. la bandera de su patria le importe tres y el himno se la repampinfle porque Vd. es un socialista muy progre y va muy por delante de sus tiempos, y otra bien diversa que el Sr. Obama, tan progre como Vd. pero norteamericano, lo de ver que los dirigentes de las naciones supuestamente aliadas se mantienen en actitud de retrete ante su bandera, le haga la más mínima gracia.
Lo ocurrido anteayer, Sr. Zapatero, me refiero a su conversación telefónica con Obama, es una vergüenza nacional sólo eclipsada por la vergüenza que constituye cada uno de sus seis años de gobierno, que, por cierto, y con un poco de suerte, tocan ya a su fin. Es una vergüenza que le tengan que llamar por teléfono desde el extranjero para decirle lo que tiene que hacer Vd. en su propio país. Aún me pregunto, en el corto espacio de tiempo que sucedió entre la llamadita del Sr. Obama y su discurso de ayer en el Congreso, a quién recurrió Vd. para cambiarlo tan a prisa respecto del conjunto de sandeces que sin duda nos tenía preparadas para una nueva jornada de improvisaciones y divertimentos en el Congreso.
Pero fíjese Vd., Sr. Zapatero, la alta estima en la que le tienen sus amigos internacionales. El Sr. Obama, después de llamarle por teléfono y comunicarle lo que la Sra. Merkel ordenaba a Vd. hacer, podría siquiera haberle guardado el secreto de tan humillante conversación, y haberle dejado presumir de que nada menos que el modernísimo e hiperprogresistísimo Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica le llamaba a Vd. para preguntarle por su señora, por las preciosas niñas que tan buen sabor de boca dejaron en Washington y, de paso, pero sólo de paso, también por la salud del monarca. Pues no, ni siquiera esa humillación le ahorró su amigo Obama, y al hiperprogresistísimo Presidente de los Estados Unidos ante el que a Vd. se le cae la baba en modo indecoroso, le faltó tiempo para publicar que la razón de su llamada a España no era en modo alguno protocolaria, sino para advertir a su inconsciente Presidente de que estaba jugando con fuego.
Fíjese lo que son las cosas, Sr. Zapatero: el malvado Bush, mal que mal, y con todas las reservas sobradamente conocidas, le perdonó a Vd. lo de Irak. Su maravilloso amigo Obama no le perdona que le haga Vd. poner un solo dólar para seguir financiando sus salidas y ocurrencias de cada día.
Comunicado de la Casa Blanca sobre la conversación telefónica entre el Presidente Obama y Zapatero
The White House
Office of the Press Secretary
For Immediate Release
May 11, 2010
Información sobre la conversación telefónica del Presidente con el Presidente de España José Luis Rodríguez Zapatero
“El Presidente Obama y el Presidente español José Luis Rodríguez Zapatero sostuvieron una conversación telefónica como parte de las actuales consultas del Presidente con sus aliados cercanos sobre la situación económica mundial. Hablaron de la importancia de que España tomara medidas decididas dentro del marco de los esfuerzos de Europa para fortalecer su economía y reafirmar la confianza en los mercados. El Presidente expresó el apoyo de Estados Unidos a estos esfuerzos. El Presidente también transmitió sus saludos al Rey Juan Carlos deseándole una pronta recuperación de la reciente intervención quirúrgica a la que fue sometido”.