Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
Mientras la dictadura en Venezuela no para de producir muertes, en Indonesia la democracia supone muertes humanas en el sector de los encargados a la hora de contar las papeletas de las últimas elecciones del pasado 17 de abril.
Nuestro diario lo expresaba así, en un despacho de la agencia Efe, fechado el pasado lunes: “Tras una maratoniana jornada electoral, al menos 296 trabajadores temporales en los comicios de Indonesia del 17 de abril fallecieron debido, principalmente a la extenuación, lo que ha desatado una ola de apoyo a las víctimas y críticas al sistema. Otros 2.151 cayeron enfermos tras más de 24 horas contando papeletas a mano o realizando tareas de supervisión en los 800.000 colegios electorales que emplearon a unos siete millones de trabajadores eventuales, confirmó este lunes la Comisión Electoral (KPU).”
En España, hemos pasado unas elecciones y nos preparamos a las siguientes el domingo 26 de mayo. Gracias a Dios no ha existido ninguna muerte ni al estilo venezolano, ni al indonesio. Aquí lo hacemos al estilo español, consistente en no hablar con quienes no compartan la totalidad del pastel mental proclamado en el interior del pensamiento único vigente.
Cierto día Jesús de Nazaret dijo la siguiente parábola, ante quienes le criticaban porque se juntaba con toda clase de gentes: “¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se perdió hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y, al llegar a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió. Os digo que, del mismo modo, habrá en el Cielo mayor alegría por un pecador que hace penitencia que por noventa y nueve justos que no la necesitan."(San Lucas 15, 1-10).
La alegría que le producen los noventa y nueve justos, la mayoría, no parece suficiente al buen pastor, que piensa en el que está perdido, y, después de dejar seguros a los fieles, busca al extraviado. Nadie es indiferente al Señor; cada uno vale mucho a sus ojos; le duele la situación del perdido; sufre y quiere salvarle y se alegra con todos cuando lo ha recuperado. El perdón tiene el rostro de la alegría por los que vuelven al redil seguro y reconfortante.
La convivencia en la sociedad española siempre se simboliza por la bipolaridad en los extremos, suponiendo que ahí está la verdad. La historia de los últimos años nos demuestra que no podemos ser de Joselito o Belmonte en el campo taurino; ni del Madrid o el Barcelona en el terreno futbolístico; ni de una firma comercial u otra en el sector de las compras de productos de primera necesidad. Solamente, cuando hemos unido y unificado fuerzas y acciones hemos salido ganando como nación y pueblo entero. Ocurrió en el 2 de mayo de 1808, y en la consecución de la copa mundial de fútbol de 2010. Apartando, seleccionando, marginando, excluyendo, odiando a un grupo o gentes concretas se siembra venganza, violencia y todas las consecuencias de una postura falta de humanidad, que incapacita para gobernar buscando el bien común de la sociedad completa, tal y como nos recuerda la Doctrina Social de la Iglesia Católica. El estilo español nos lleva al enfrentamiento violento.
Tomás de la Torre Lendínez