El Catecismo de la Iglesia Católica señala la importancia de la misa dominical con una frase preciosa: “La celebración dominical de la eucaristía está en el centro de la vida de la Iglesia”.
De aquí se deduce el por qué es importante la misa dominical: “Nosotros los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor, para dejarnos encontrar por Él. Escuchar su palabra, alimentarnos a su mesa y así convertirnos en Iglesia, es decir, en su Cuerpo místico viviente en el mundo”.
Desde el primer momento, los discípulos entendieron la importancia del domingo. Para los judíos el primer día de la semana para los romanos el día del sol, para los cristianos el día de la Resurrección del Señor, que había comido con ellos y les dio el Espíritu Santo. También el día solemne de la efusión del Espíritu Santo, comienzo público de la Iglesia. “Por estas razones el domingo es un día santo para nosotros, santificado por la celebración eucarística, presencia viva del Señor entre nosotros y para nosotros. ¡Es la Misa, por tanto, la que hace al domingo cristiano! El domingo cristiano gira en torno a la misa. ¿Qué domingo es, para un cristiano, en que falta el encuentro con el Señor?”
Si se ha perdido este sentido del domingo, hay que recuperar el sentido de fiesta y de alegría de la comunidad parroquial, de la solidaridad y del reposo que domingo no existía en los primeros siglos, los judíos descansaban el sábado; los romanos no tenían previsto un día semanal sin trabajos serviles. Fue el cristianismo quien abrió la puerta a vivir como hijos por la Eucaristía. Hizo del domingo- casi universalmente- el día del descanso. “Sin Cristo estamos condenados a estar dominados por el cansancio de lo cotidiano, con sus preocupaciones y por el miedo al mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza para vivir el hoy con confianza y coraje y para ir adelante con esperanza. Por eso, nosotros cristianos vamos a encontrar al Señor el domingo en la celebración eucarística”.
La comunión eucarística con Jesús Resucitado, anticipa el domingo sin ocaso, cuando todo haya desaparecido y reine por siempre la alegría de vivir con el Señor.
Al finalizar la catequesis, el Papa plantea el problema de algunos cristianos: “No es necesario ir a Misa ni siquiera los domingos, pero que lo que importa es amar a Dios y al prójimo”. No vamos a Misa para dar algo a Dios, sino para recibir lo que necesitamos. El Prefacio IV del Misal romano nos dice: “Tú no necesitas nuestra alabanza, pero por un regalo de tu amor llámanos para darte las gracias; nuestros himnos de bendición no aumentan tu grandeza, pero nos dan la gracia que nos salva”.
“En conclusión, ¿por qué ir a misa los domingos? No es suficiente responder que es un precepto de la Iglesia; esto ayuda a preservar su valor, pero solo no es suficiente. Nosotros los cristianos tenemos necesidad de participar en la misa dominical porque solo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento y así ser testigos creíbles”.