Ya está en marcha. Aún quedan tres meses pero han comenzado los preparativos. La salida es el 29 de julio, desde Madrid, y estaremos de regreso, dm, el 12 de agosto. ¿Entre medias? 2.500 kilómetros de ida, tres campings, un par de playas, y el Festival de Jóvenes de Medjugorje, una de las realidades de la Iglesia más innovadoras y sorprendentes que he tenido la oportunidad de conocer.
Incluso durante los años de la guerra de Bosnia, no dejaron de celebrarlo. Participaban pocos. Cien, doscientos, pero a pesar del fuego cruzado y las bombas que cercaron Medjugorje sin llegar a tocarlo, los jóvenes que participaron en los dos primeros encuentros sabían que también esos veranos tenían una cita con la oración y la paz en medio de la tiranía de Satanás desatada contra su tierra. Un boca a boca local comenzó a invitar a un descanso en medio de la agonía, convirtiéndose luego en un boca a boca mundial que ha llegado hasta Filipinas, Corea, Camerún , Canadá, Líbano… atrayendo a jóvenes de más de ochenta países a este Festival, a este encuentro, que se sigue celebrando en las mismas fechas y donde sobre todo, se sigue orando mucho y se sigue adorando mucho.
Echa un ojo, y si encuentras una propuesta mejor, no vengas. Pero si no, no tengas miedo, apúntate. Y luego vas y lo cuentas.
Para explicar lo que cariñosamente llamamos El Medjujoven hay que remontarse al verano de 1990, cuando a un fraile de la parroquia, llamado Slavko Barbaric, se le ocurrió organizar un pequeño encuentro testimonial y de oración con los jóvenes de la parroquia y de alguna otra cercana, entre otras cosas, para hacerles más ameno el largo verano en el interior de la todavía Yugoslavia.
Se reunieron pues un puñado de frailes y no más de treinta chavales durante los primeros cinco días de agosto para compartir en convivencia su fe y oración. Hubo cantos, actuaciones, nuevas amistades y oración y adoración. Mucha oración y mucha adoración. Aquello acabó sin que prácticamente nadie en la Tierra se diese cuenta de lo que había sucedido, y sin embargo, aquel reducido grupo de personas pusieron la semilla de un revolucionario encuentro anual que, a día de hoy, reúne cada año, del 1 al 6 de agosto, a varios miles de peregrinos llegados de muchos países del mundo, lo cual tiene mérito, porque el verano está muy caro a la hora de decidirse por hacer una peregrinación, y más teniendo en cuenta que no convoca nadie más que la parroquia y que es cada año.
El padre Slavko falleció de un infarto en 2000. Fue una dura pérdida para la parroquia y para los peregrinos, pero el Festival continuo creciendo a lo bestia, como si se anunciase en medios de comunicación, en parroquias y movimientos, pero sin hacerlo. Creció con el boca a boca de peregrinos de a pie, de católicos que habiendo conocido una experiencia renovadora e ilusionante, en la que compartir la fe con gentes con la que no compartes ni algo tan esencial como la lengua, es alegre, nuevo, refrescante e intenso, y lo comparten con sus más allegados al volver: “El próximo verano, te vienes…”.
Así que este verano, seguimos la llamada del padre Slavko, cogemos el relevo de nuevo de todos los que nos han precedido y ponemos rumbo a Medjugorje la primera semana de agosto.
Mi amigo Jesús Pascual toma el mando y se pone al servicio de todos aquellos que se quieran apuntar. El tío se ha currado una web tan sencilla como efectiva, donde vienen todos los datos sobre esta peregrinación.
En mi casa ya huele a tiende de campaña y saco de dormir, al encuentro con todos aquellos jóvenes llegados hasta Herzegovina desde lugares tan lejanos, llamados por la Virgen María, sedientos de Jesús, y necesitados de compartir a lo bestia, sin tapujos ni complejos, con la compañía de miles de coetáneos suyos, la alegría de Cristo Vivo y Resucitado.
Si en mi casa ya huele como digo a preparativos del viaje, supongo que en las suyas también. Estamos todos en camino. No nos conocemos, no sabemos de donde venimos ni a donde vamos, pero sí donde nos encontramos. Rumbo al Festival de Jóvenes de Medjugorje, que es algo así como una demo del cielo en formato zip, para llevarte a tu casa después.
Echa un ojo, y si encuentras una propuesta mejor, no vengas. Pero si no, no tengas miedo, apúntate. Y luego vas y lo cuentas.