Quiere la tradición que el apóstol San Andrés fuera crucificado en una cruz en aspa o “decusata”, palabra que proviene de “decus”, “diez” en latín, por ser con una equis como los romanos representaban el diez. Pero por más que la tradición se halle muy consolidada, no parece acuñarse demasiado pronto.

             Un libro del género de los apócrifos, los Hechos de Andrés, del s. II después de Cristo, que describe muy pormenorizadamente el martirio del hermano de Pedro, relata que a Andrés “le ataron los pies y las axilas, sin clavarle ni las manos ni los pies, y sin quebrarle las articulaciones”, pero en ningún momento afirma que la cruz tuviera forma de equis. La Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, verdadero clásico de la hagiografía cristiana escrito en 1264, tampoco se refiere a la especial forma de la cruz en la que Andrés recibió la muerte. El Menologio de San Basilio del s. X, el tímpano de San Andrés de Vercelli en el Piamonte del s. XII, o una vidriera de la catedral de Bourges del s. XIII, todavía representan al hermano del príncipe de los apóstoles crucificado sobre una cruz latina.

             Parece que es el Salterio de Lutrell, de la colección de la Biblioteca Británica, realizado hacia 1325, el que recoge la más antigua representación del apóstol colgado a una cruz en equis o “decusata”. Una iconografía que es bien acogida por los grandes maestros del barroco, como Ribera, Murillo o Rubens, aunque tan tarde como el año 1607, Caravaggio todavía pinta a San Andrés colgando de una cruz latina.

             La utilización de la cruz de San Andrés en el campo de la heráldica corre en paralelo a su incorporación al campo de la devoción. El primero en usarla como estandarte militar será el Duque de Borgoña, Juan I, más conocido como Juan Sin Miedo, que lo hace durante la Guerra Civil Armañaco Borgoñona, acontecida desde 1407 hasta 1435, entre dos ramas de la familia real francesa, la Casa de Armañac, y la Casa de Borgoña. Quedando de esta manera vinculada la cruz de San Andrés a la heráldica borgoñona.

             A Juan Sin Miedo sucede en el ducado Felipe III el Bueno; a éste, Carlos I el Temerario; y a éste, María de Borgoña, que casa con el Emperador Maximiliano de Habsburgo, y es madre de Felipe de Habsburgo. Un Felipe de Habsburgo que conocemos mejor como Felipe el Hermoso, rey de España por su matrimonio con Juana de Castilla, la hija mayor de los Reyes Católicos. Felipe I, y sobre todo su hijo Carlos, V del Sacro Imperio Romano Germánico y I de España, serán quienes, de hecho, incorporen la Cruz de San Andrés, ahora conocida como Cruz de Borgoña, a la heráldica española.

             No será el único icono que, procedente de la Borgoña, se incorpora a la vida hispana. Con la llegada a nuestro país de los Habsburgo, Felipe I el Hermoso y después su hijo Carlos I, viajan también el Toisón de Oro, las columnas del Plus Ultra, y hasta el dólar español y el águila bicéfala del Imperio.

 

Los tercios españoles. Augusto Ferrer Dalmau.

 

             A partir de ese momento la Cruz de San Andrés se españoliza en grado sumo, llegando incluso a figurar, por decreto de Felipe V del año 1707, en la bandera militar española. Parece que la primera vez que es usada por el ejército español es en la gloriosa batalla de Pavía, en la que los soldados hispanos capturan ni más ni menos que al Rey de Francia, Francisco I, para a partir de entonces, ondear en las banderas de los heroicos tercios, y también y no menos, en el escudo de tantas ciudades españolas -Tafalla, Huesca, Caravaca de la Cruz- y americanas -Méjico, Chuquisaca, Valdivia-, y hasta en el de algunos estados norteamericanos tan vinculados a España, así la Florida o Alabama.

             Al día de hoy, son muchas las unidades militares españolas que la tienen como enseña: sólo a modo de ejemplo entre muchos otros, la Compañía Mar Océano de la Guardia Real, la Unidad Militar de Emergencias, el Mando de Operaciones Especiales, las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, el Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, el Mando de Transmisiones, y muy notablemente, las aeronaves del Ejército del Aire. Y formó parte también del guión y estandarte del anterior Jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I de Borbón.

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            ©Luis Antequera

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