Conocí a un jesuita heroico a quien descubrieron un cáncer y decidió no tratarse y seguir con su furgoneta visitando a los pobres de aquel barrio. Murió.

Primero, los demás. “Olvidarse de uno”, diría Santa Teresita.

Primero, los demás. “No te mires tanto, hijo”, diría mi padre.

Las inclinaciones políticas no son, jamás lo han sido, obstáculo ni excusa ni máscara de la santidad. Idolatrías, ninguna, ya saben.