No caigas en la trampa, por el amor de Dios, ¡¡¡no la llames “dana”!!!
Eso es exactamente lo que esperan que hagamos, ¡menuda cursilada!, y lograr así que nos parezca algo nuevo en la historia del clima, una expresión más “de la dramática realidad del cambio climático”, como se apresuró a denominarla esa indecente lacaya del Nuevo Orden Mundial y de la Agenda 2030 que es la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen, sin dejar pasar ni unas horas de acontecida, marcando así el relato oficial del drama.
Lo ocurrido estos pasados días en tantas poblaciones de Valencia y de otras provincias españolas es una “gota fría”, simplemente una “gota fría”, siempre fue una “gota fría”, uno de los fenómenos más repetitivos, machacona y cansinamente repetitivos de la historia del clima. Ocurre todos los años y una de cada veinte veces es devastador, algo por lo que, precisamente, representa cualquier cosa menos una expresión de cambio climático.
Un fenómeno, éste de la gota fría, del que tenemos testimonios antiquísimos como ese de 1795 del gran científico y botánico español Antonio José de Cavanilles, que tanto ha corrido por las redes:
“Siguiendo hacia el sur desde Alaquás como a un quarto de legua se atraviesa el barranco, que empieza en las montañas e Buñol con dirección a Chiva, entra en esta villa y continúa por el término de Cheste, donde recibe otro considerable. Engrosado con este aumento y con las vertiene de aquellos montes, cruza el llano de Quart junto a la venta de Poyo, pasa después por las cercanías de Torrent, que dexa a su derecha, como igualmente Catarroja, y desagua en la Albufera de Valencia. Su profundo y ancho cauce siempre está seco, salvo en las avenidas, quando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente, que destruye quanto encuentra. En 1775 causó muchísimas desgracias en Chiva, sorprehendiendo a media noche a sus vecinos. Asoló un número considerable de edificios, esparciendo por mas de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte”.
Hace más de dos siglos… y pareciera que fue ayer.
Gota fría… mal combatida, sí, no sólo por la sucesión de errores y de actos oportunistas y de mala fe constitutivos de un verdadero crimen de lesa humanidad realizados por los infames políticos que gobiernan España, sino, y no menos, por las medidas que, de un tiempo a esta parte, se toman contra el supuesto “cambio climático”, como las consistentes en no limpiar los montes o los cauces de los ríos, y derribar barreras construidas para dominar las aguas y ponerlas al servicio del ser humano, como siempre fue, sometiendo así las veleidades de esa naturaleza elevada hoy a la categoría de deidad cuyos caprichos nadie tiene derecho a violentar.
¡Cuanta actualidad en aquellas palabras del Génesis! “Creced y multiplicaos, llenad la tierra, y dominadla, y dominad sobre los peces del mar y las aves de los cielos, y todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Gn, 1,28).
Gota fría, la gota fría de siempre. Por el amor de Dios: no la llames “dana”, no caigas en la trampa.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
Luis Antequera