Cuando en marzo de 1939 la toma del Madrid rojo por las tropas nacionales se torna ya irremediable e inevitable y la guerra parece definitivamente perdida, la única esperanza del Gobierno Republicano de Juan Negrín, -el gran protagonista tanto del vaciamiento de las arcas del Banco de España (510 toneladas de oro) como del gran expolio final del Vita-, consiste, justamente, en que la capital haga un último esfuerzo bélico de resistencia para prolongar la guerra, y que ésta empalme, así, con la gran guerra europea que asoma ya en lontananza, de modo que el reacondicionamiento de alianzas suponga el revertimiento de la posición de Franco y la victoria final del Gobierno Republicano.
Lo primero que se ha de señalar es que para Negrín, realizar dicho llamamiento no resulta excesivamente complicado ni heroico en modo alguno, hallándose como se halla, cuando semejante esfuerzo reclama, en su dorado exilio de París, gozando sin duda de la “calderilla”, o no tan calderilla, de todos los expolios que había realizado de los bienes españoles. Así, claro que se puede pedir semejante esfuerzo... y hasta poco parece ¿verdad?
Lo segundo que se ha de decir es que el esfuerzo bélico, conociendo los hechos como los conocemos hoy, es decir a posteriori, habría trascendido el rango de lo heroico para alcanzar el de lo suicida, ya que si la guerra española termina el 1 de abril del 39, la Mundial no empieza hasta el 3 de septiembre del mismo año, es decir cinco meses y tres días después, que se antoja demasiado esfuerzo para una ciudad sitiada y exhausta, sin el menor auxilio exterior, ante un ejército sumamente entrenado que ha cumplido ya con todos sus objetivos militares. La sola reclamación del esfuerzo se antoja insultante, sobre todo cuando se hace desde la bellísima París de los cafés de lujo, las fiestas palaciegas y las noches insomnes.
Para evitar precisamente que el infame llamamiento de Negrín y otros republicanos tenga el menor viso de triunfar, se produce en Madrid uno de los hechos peor conocidos de nuestra Guerra Civil, diría incluso que silenciado, cual es el golpe de estado republicano, -esto debe quedar bien claro, REPUBLICANO-, del Coronel Casado, Wenceslao Carrillo, padre del infausto Santiago, pero militante del PSOE, y Julián Besteiro, uno de los pocos pesoítas honestos del PSOE de la República. Golpe republicano contra el Gobierno de la República sin otro objetivo declarado que el de hacerse con el poder y negociar así condiciones de rendición lo más benévolas posibles con quién es el virtual e indiscutible vencedor de la Guerra, Franco. A más de uno se le hará duro tener que aceptar que la República no la derroca Franco sino los propios republicanos, lo que seguramente constituye la auténtica razón de lo poco conocido que es el Golpe republicano de Casado contra el Gobierno de la República.
Pero lo mejor del caso es lo que les voy a contar ahora. Si al día de hoy todos retenemos en nuestra escasa memoria histórica que la Segunda Guerra Mundial es una guerra que sostienen norteamericanos, soviéticos, británicos y franceses contra alemanes, italianos y japoneses, no es esa la situación existente cuando se producen los hechos que comentamos, porque en ese momento…
- Los norteamericanos no participan en la guerra, y aún tardarán dos años y tres meses en hacerlo.
- Francia es un país sometido, ocupado en dos terceras partes de su territorio, y con un gobierno aliado de los alemanes en el otro tercio.
- Reino Unido es un país replegado, cuya única preocupación es poder repatriar los ejércitos que tiene desplegados en suelo continental europeo para defenderse, y que se enfrenta en solitario al nazismo alemán.
Y lo mejor de todo… ¡¡¡gracias al Pacto Molotov-Von Ribbentrop, la Unión Soviética es el mejor aliado de Alemania y de hecho, en virtud de ese pacto, ya se han repartido un país, Polonia!!!
Transpongamos ahora todos estos hechos al escenario español en el hipotético caso de que la Guerra Civil española hubiera podido prolongarse hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Nos habríamos encontrado con una Alemania y una Unión Soviética que son aliados; con un Hitler auténtico amo y señor de Francia y de la frontera pirenaica española; con una Francia derrotada, humillada y hasta convertida en aliada; y con un Reino Unido que bastante tiene con defender sus fronteras y si se quiere, su inmenso imperio extraeuropeo.
Blanco y en botella: el que entra en España es Hitler, puede que con alguna contraprestación para Rusia en el este, pero seguramente ni siquiera... y sin que la URSS diga ni mú. E impone un régimen a su imagen y semejanza... contando con la figura de Franco, o, lo que no es menos descartable (a mi entender incluso más posible), sin él sino con un gobernador militar alemán, -si de las SS mejor-, tal como hace en tantos países europeos. Es decir, exactamente lo contrario de lo que desde el bello París de los grandes cabarets y los más refinados puticlubs de Europa, pretendía Negrín conseguir prolongando el conflicto en la devastada España.
Llegados a este punto, podría poner punto final a este artículo, pero si quieren, seguimos especulando, ¡por qué no!... y entonces la pregunta: ¿cómo habría sido una Guerra Mundial en la que Alemania hubiera podido invadir y gobernar España, y bloquear así la entrada al Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar? ¿Habría sido tan “fácil”, o simplemente viable, la victoria aliada? Tal vez no, ¿no les parece? Caso en el cual, por evitar una España franquista, no sólo habría propiciado Negrín una victoria nazi en España... ¡¡¡sino también en Europa!!!
Aun aceptando la que ya se nos antoja algo más complicada victoria de los Aliados sobre Alemania si ésta hubiera podido ocupar España y cerrar el Estrecho, y que, finalmente, son los Aliados los que, a pesar de todo, ganan la guerra… ¿cuál habría sido entonces el destino de España de haber terminado entre los derrotados de la mundial conflagración?
Es lo más probable que hubiera sido ocupada por las potencias anglosajonas al modo en que lo es Italia, para haber seguido después una trayectoria similar a la italiana, aunque sumamente empobrecida después, no de una guerra, sino de dos… Pero tampoco es de descartar una hipótesis desde luego menos probable, pero no completamente descartable: que el hábil Stalin hubiera hecho valer el esfuerzo bélico comunista en el escenario español y reclamara a sus cándidos aliados anglosajones liberales, Inglaterra y Estados Unidos, la partición de España, tal cual se hace en Alemania, pero no sólo en Alemania, sino también en otros países... ahí está el caso austríaco para demostrarlo.
Con lo que habríamos tenido en España la convivencia de dos países diferentes, uno liberal en régimen de “democracia vigilada”, otro directamente comunista. Quién sabe si recuperando finalmente su unidad en 1989 con la caída del Telón de Acero, como hiciera Alemania, o lo que representa todavía un escenario más recalcitrante: dividida y una parte de ella "encastrada" (nunca mejor dicho) en una suerte de castrismo a la española, una especie de irreductible islote comunista en el corazón de Europa.
Y bien, amigos con estas especulaciones, me despido por hoy, no sin desearles como siempre que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Y por supuesto, que tengan una maravillosa Semana Santa.
©L.A.
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