Hace unos días se me estropeó el disco duro. Fue un fastidio enorme porque en él guardo todo mi trabajo del blog, todas mis fotos, mis vídeos, los manuscritos de mis libros, letras de canciones, una copia de la música de mi MP3, documentos varios…. Mis, mis, mis…
Estuve de mal humor durante días. Me daba cuenta de que había cosas mucho más importantes de las que ocuparme pero estaba realmente enfadada.
Le pregunté 80 veces a mi marido y a mi hijo mayor si tenían idea de cómo arreglarlo, si conocían a alguien que supiera, investigué por mi cuenta en Internet a ver si podía hacer algo, pedí ayuda…
Y de pronto, mientras estaba planchando, me vino a la cabeza esta frase de Jesús: “Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mt 6, 21), como si Él me estuviera recordando algo que se me había olvidado, y me sentí avergonzada porque mi disco duro se había convertido en mi tesoro sin darme cuenta. Había ido acumulando en él cosas inmateriales que para mí eran importantes y con el tiempo me había apegado tanto a ellas que me dolía casi físicamente haberlas perdido.
Esto me llevó a pensar –además de que hay que hacer copias de seguridad- que hace tiempo que estoy apagada en lo espiritual, que he perdido el fuego interior de antes, que hoy por hoy no soy ni una lámpara encendida ni una brasa que dé calor, más bien soy un cacho carbón frío e inútil porque se ha apagado el fuego que me hacía arder.
Y con estos pensamientos rondándome como un zumbido de fondo me topé con un artículo en esta misma revista sobre la hermana Clare, que leí porque me llamó la atención la foto: una monja joven vestida de blanco con una sonrisa preciosa entre las hojas de una planta gigante.
Algo me pasó por dentro que ya no era sólo un zumbido mental sino una inquietud. El artículo mencionaba un documental sobre la Hernama Clare titulado "O todo o nada" pero yo decidí hacer como que no, como que no iba conmigo porque sabía que si lo veía me iba a replantear unas cuantas cosas, iba a querer esforzarme y salir de la comodidad en la que me había instalado, y claro, ¡¡no me interesaba para nada!! Y estuve como 1 semana haciéndome la sorda conmigo misma, pero al final vi el documental, que está en YouTube y recomiendo a todo el mundo:
Era lo que necesitaba: una luz en mi penumbra, un brasero para mi frío espiritual, un ejemplo de generosidad, entrega, y desprendimiento, justo lo que sé que vengo necesitando desde hace tiempo porque yo lo que tengo son apegamientos. A mis cosas, mis opiniones, mis ideas, mis criterios, mis gustos. Otra vez mis, mis, mis. ¡Qué poco original, siempre lo mismo!
Y Dios, que no da puntada sin hilo, esperó pacientemente a que yo me topara con la sonrisa de la Hermana Clare para calmar mi sed interior, porque yo sabía lo que debía hacer para volver a estar contenta pero me faltaba un empujón.
Y es que así actúa Dios, como si no fuera Él el que hace las cosas. Porque no nos fuerza ni nos obliga; se sirve de instrumentos que pueden ser personas, acontecimientos, algo que oímos o vemos. Es la Divina Providencia.
Y la providencia no descansa, no se apaga de 8PM a 8AM, siempre está funcionando.
Iba yo por la calle el miércoles pasado a una charla sobre la providencia precisamente. Me había entretenido recogiendo unos cartones para reciclar y salí de casa 15 minutos tarde. Cuando estaba llegando me fijé en un señor que iba delante con un rosario en la mano.
Me gustó tanto que me dieron ganas de decirle algo pero pensé “mejor no, va a pensar que soy una chiflada”. Pero al ver que estaba detrás de mí en el semáforo me di la vuelta y vi que era un sacerdote, porque no iba de incógnito sino vestido de sacerdote, y le dije que me había fijado en que llevaba un rosario en la mano y le pedí que rezara por mi familia. Cruzamos la calle y cada uno se fue por su lado.
Cuando llegué a la parroquia para la adoración previa a la charla lo primero que vi fue ¡ZAS!, ¡al sacerdote del semáforo! Me dio la risa por dentro porque ya estoy acostumbrada a estas bromas cariñosas del Señor. Él es así.
Pero aún hay más, verás: el padre Antonio, que así se llama el sacerdote, empezó su charla leyendo Mateo 6, 24: “Nadie puede servir a dos señores”. Dejé de escuchar y le dije al Señor: “¡alucino contigo!”. Porque en Mateo 6, 21 Jesús dice “Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.”, que es como empezó esto de mi disco duro, ¿te acuerdas?
Y me dieron ganas de echarme a reír de gusto porque parecía que Dios había conectado todo para que yo escuchara esas palabras en ese momento: mi enfado por el estropicio del disco duro, mi vergüenza al ver mis apegamientos, el no querer ver el documental porque sabía que me iba a remover, el salir tarde de casa ese día, el atreverme a decirle algo al señor del rosario, que fuera él quien diera la charla y que empezara justo con esas palabras. ¡Vamos, no me digas! Eso es lo que hace Dios: nos va llevando con tanta finura y delicadeza que parece que vamos solos.
Ya lo dice Jesús un poco más adelante en Mateo 6,32-34: “Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia.”
Sigo teniendo preocupaciones y dificultades como todo el mundo, ser cristiana no me libra de eso, pero ahora descanso mucho más en Dios, que me dice: “Mira, te llevo tatuada en mis palmas, tus muros están siempre ante mí.” (Is 49, 16), que a mí me suena a que Él sabe qué dificultades tengo y qué necesito en cada momento y me irá ayudando.
Y la frase de Jesús “Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura” la traduzco como “a Dios rogando y con el mazo dando”, hay que pedirle lo que necesitamos, sí, pero también hacer todo lo que podamos.
Te dejo con la Hermana Clare. No dejes de ver el documental. Que Dios te bendiga y María te guarde.